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EL TECLADO | Opinión  Sábado 10 de Junio del 2017 - 16:31 hs.                540
  Opinión   10.06.2017 - 16:31   
[INTERNACIONALES] Gran Bretaña
May se quedó con las manos vacías
La primera ministra británica, Theresa May, esperaba entrar por la puerta grande en la historia del Partido Conservador cuando, en abril pasado, convocó a elecciones generales con el argumento de tener más fortaleza para emprender las duras negociaciones con la Unión Europea (UE) por el Brexit (esto es, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea).
May se quedó con las manos vacías

La primera ministra británica, Theresa May, esperaba entrar por la puerta grande en la historia del Partido Conservador cuando, en abril pasado, convocó a elecciones generales con el argumento de tener más fortaleza para emprender las duras negociaciones con la Unión Europea (UE) por el Brexit (esto es, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea).

Entonces, sus índices de popularidad eran envidiables para muchos políticos europeos. El 49% de los británicos creía que era la persona indicada para liderar el divorcio con la UE –sólo el 15% se decantaba por el laborista Jeremy Corbyn- y su fuerza política tenía 20 puntos de ventaja por sobre el Partido Laborista, todo un récord para la política británica.

Más allá de la excusa de la negociación con Bruselas, lo que esperaba May -que llegó al cargo por una designación y no por voto popular- era convertir ese apoyo ciudadano en un mensaje aleccionador para la resistencia dentro de su propio partido.

El objetivo era renovar escaños en la Cámara de los Comunes y sumar otros, y que estos estuvieran ocupados por parlamentarios que respondieran directamente a ella. Quería evitar así cuestionamientos a la línea dura del Brexit que propuso. Cabe recordar que el apoyo del Partido Conservador al divorcio de la UE no fue unánime.

May convirtió el adelantamiento de las elecciones en un referéndum de su popularidad y de su plan para salir del bloque europeo. Analistas, incluso, le cuestionaron haber tomado expresiones del eurófobo UKIP durante la campaña.

Lo que obvió la primera ministra fue que el referéndum por el Brexit se había celebrado un año atrás y que un apoyo a esa opción no se traduciría necesariamente en un apoyo masivo a los conservadores como Gobierno. Y eso fue lo que ocurrió.

Ante años de políticas de ajuste, la promesa de May para los futuros cinco años en Reino Unido fue más políticas de recorte. Su programa electoral lo evidenció y poco a poco comenzó a perder fuerza.

“No puedo vivir con 100 libras al mes. Los peces gordos se quedan con el dinero y nosotros con nada”, increpó una mujer en un mercado a la primera ministra. Se trataba de la primera vez que la premier salía a la calle para hacer campaña, lejos de los fríos números de las encuestas.

La cuestión económica centró el debate y aunque May intentó llevarlo una y otra vez al terreno donde se sentía segura, el Brexit, los dolorosos atentados de Manchester y Londres convirtieron a los recortes presupuestarios en un tema excluyente.

Fue ella quien, siendo ministra de Interior, redujo en 600 millones de libras el presupuesto de seguridad y quito puestos en la Policía, recordó la prensa y la oposición.

El deseo de May quedó hecho trizas. Muy lejos de la puerta grande en la historia de los conservadores, será posiblemente recordada como la primera ministra que lo arriesgó todo para concentrar poder, y perdió.

Su liderazgo quedó frágil, muy alejado de un Parlamento obediente como el que soñó. Por el contrario, el resultado posiblemente envalentone a esa resistencia interna que ya el mismo jueves habló de un “desastre histórico” apenas conocerse los sondeos de boca de urna. [ET]