Pisos pegajosos, violencia obstétrica y las paradojas de una provincia provida: el crudo testimonio de Ousset
Esta semana continuaron las exposiciones en el Senado de cara a la sesión que tratará el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Uno de los testimonios más impactantes fue el de Cecilia Ousset, especialista en tocoginecología de Tucumán, quien le practicó un aborto a una nena de 11 años que había quedado embarazada tras ser violada por el marido de su abuela, un hombre de 65 años.
Las palabras de Ousset fueron claras: "Yo vengo de la provincia declarada 'provida' por la legislatura. Esto es confuso para la población. Arroja a miles de mujeres a abortar a la clandestinidad, sin acercarse en ningún momento a un servicio de salud. Mi provincia provida no es tierra santa, al contrario: es la tierra en donde todos y cada uno de los derechos reproductivos de la mujer no se aplica".
Ousset habló de violencia obstétrica, de causas judiciales, de los casos penales de Tucumán; y finalmente leyó una carta de Lucía, el pseudónimo de la nena a la cual le practicó el aborto.
A continuación, su exposición completa:
Vengo como una médica católica, madre de 4 hijos, objetora de conciencia que intenta conciliar el tema de la religión con la salud pública.
La realidad que yo observo es que todas las mujeres abortan: las casadas, solteras, judías, católicas y ateas. Las que usan métodos anticonceptivos y las que les falló el método. Abortan los CIS, trans y todas las diversidades sexuales. Abortan las analfabetas y las que tienen el universitario completo.
La diferencia está en que condiciones sanitarias abortan y eso depende siempre de las posibilidades económicas. Y en este punto es donde se manifiesta la desigualdad, y por eso decimos que el estado es responsable.
Yo trabajo ahora en el subsistema de salud privado aunque me formé en el público. Déjenme decirle que jamás día una mujer con plata morir por un aborto o tener secuelas por eso. Déjenme decirle que a mis pacientes que necesitan una interrupción legal del embarazo las derivo inmediatamente y ni yo ni mis colegas encontramos en eso una dificultad porque nos respetamos, y lo único que importa es esa mujer desesperada que es capaz de poner en riesgo su vida con tal de no maternar.
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Yo vengo de la provincia declarada 'provida' por la legislatura. Y esto no es inocente señoras y señores. Esto es confuso para la población. Arroja a miles de mujeres a abortar a la clandestinidad, sin acercarse en ningún momento a un servicio de salud. Mi provincia provida no es tierra santa, al contrario: es la tierra en donde todos y cada uno de los derechos reproductivos de la mujer no se aplica.
En Tucumán no se aplica la ESI de manera uniforme, no está adherida a la ley de salud sexual y procreación responsable y no tiene protocolo de interrupción legal del embarazo. Es decir, es la tierra que le niega todas las herramientas a las personas con capacidad de gestar. Les niega educación, les niega anticoncepción y cuando quedan embarazadas y quieren abortar les niega la interrupción legal del embarazo.
Esto último es particularmente grave cuando obligan a maternal a las niñas violadas.
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Yo vengo de la tierra del caso Belén, una mujer que estuvo presa 29 meses por un aborto espontáneo. Se un libro con este caso. Se llama Somos Belén. Mentira señores senadores, no somos todas Belén, porque a la cárcel sólo van las pobres.
En mi consultorio privado donde ejerzo hace 16 años, nos llamé ni una sola vez a la policía. En cambio en el hospital público hace 20 años, atendía con una al lado. ¿Por qué tiene que continuar esta diferencia?. ¿Por que los médicos y las médicas nos creemos dueñas de los cuerpos de las más vulnerables?.
Yo ejercí violencia obstétrica sobre mujeres que tenían la mala suerte de estar conmigo en la guardia. Yo sé que ya no tengo redención, sé que no tengo perdón pero no puedo volver el tiempo atrás. Por eso estoy con ustedes. Vengo a traer la voz de mis propias víctimas en las que ejercí un abuso de poder. A las que expuse ante la policía, a las que jugué y a las que interrogué de una manera cruel.
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Vengo con mi alma irredenta a mostrarles el mapa de votación de Diputados. Celeste en el norte, verde en el centro y en el sur. Coincide salgo dos o tres excepciones con el mapa de la pobreza estructural, como le llaman. Con el mapa de la falta de educación, con el mapa de las niñas madres.
El hecho de obligar a parir niñas no es un hecho inocente. No respetar los derechos reproductivos de las mujeres y obrar sobre sus cuerpos no es ingenuo. Si dominamos los cuerpos de las mujeres, dominamos los futuros. No es casual que el norte sea pobre. Una niña adolescente o una mujer obligada a parir o a abortar en la clandestinidad marca su futuro para siempre.
Las mujeres instruidas hablamos de techos de cristal cuando nos podemos acceder a puestos de poder en las empresas o en las instituciones públicas. Las personas gestantes más humildes obligadas a parir una y otra vez, hablan de pisos pegajosos. No se atreve ni a soñar con educación y con empleos de calidad.
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Y no me vengan a mí a hablar de Dios. Yo tengo que creer que una persona con plata está más cerca de Dios porque después tienen la oportunidad de confesarse, y las pobres que no pueden confesarse porque están muertas, están más lejos?
No me venga la educación sexual o prevención cuando vivo en una provincia que no se adhiere a leyes que llevan más la década de vigencia.
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También vengo de la provincia del caso de Lucía. Para que no conoce, Lucía es el nombre ficticio de una niña del área rural de Tucumán de 11 años abusada y embarazada por su abuelastro de 65.
Cuando la niña se puso en contacto con el sistema de salud, fue derivada a un centro de mayor complejidad para interrupción legal del embarazo. Ella había dicho el cámara Gesell: 'Quiero que me saquen lo que el viejo me puso adentro'.
La niña estuvo internada durante un mes en el hospital, donde se dilató y se obstaculizó la interrupción, y donde todos los efectores de salud se declararon objetores de conciencia. Pero en realidad no todos eran objetores: estaban asustados porque la fiscal penal de la provincia había mandado los oficios al hospital para que no se realice la interrupción.
Es decir, se estaba torturando a una niña por orden directa de la fiscalía de Homicidios. Cuando una jueza de familia ordena la interrupción legal en un plazo perentorio 48 horas el ministerio de Salud de la provincia convoca efectores del sistema privado para el acto médico porque nadie lo quería hacer en el público.
El final de la historia es que los dos médicos actuantes -entre los cuales me incluyo- de una interrupción legal de un aborto en una niña con causal violación y salud, tenemos abiertas del día de la fecha una causa investigación por homicidio agravado. No archivan nuestra causa; se siguen gastando fondos públicos en un aborto no punible en una clara maniobra de disciplinamiento todo el personal de salud por parte del estado provincial.
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Y aquí viene la verdadera pregunta: son todos los médicos objetores de conciencia o temen las represalia legal? Por qué yo no encuentro dificultad en derivar mis pacientes que necesitan una ILE, y como sucede en el caso Lucía que yo iba de acompañante y terminé colaborando a pesar de ser objetora?
Continúo siendo católica y con mi fe intacta. Yo creo que las creencias personales no puede superar los derechos de las personas. Creo que un médico médica que no estoy dispuesta a cumplir con la ley, no puede ejercer su profesión y menos ser jefe o jefa de servicio.
No alcanza con la despenalización. Ustedes tienen que legalizar el aborto. Los médicos, las médicas y las personas gestantes necesitamos leches claras y regulación del Estado. Necesitamos trabajar con tranquilidad. No puede ser que en el sur del país tengamos un colega que tiene sanciones penales por no haber realizado una ILE y en el norte, los que sí las realizamos también tenemos las sanciones penales.
Parecieran existir distintas leyes según el lugar donde uno habita, porque en el norte siguen obligando a matar a las niñas y siguen estigmatizando a los médicos y a las familias de los médicos por garantizar derechos. De esto, el estado también es responsable.
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El sábado hable con Lucía. La niña que logró la interrupción de su embarazo porque no se cayó grito hasta que les molesta que la escuchó el mundo.
La niña por la que yo, el padre de mis hijos y toda mi familia aguantará los embates judiciales que sean necesarios. Le pregunté si le quería mandar un mensaje a ustedes, senadores, porque sabe perfectamente lo que estamos tratando.
Les transmito texto lo que me dijo porque los está viendo ella y su mamá:
"Doctora, decile a los senadores que ninguna menor de edad tiene que volver a pasar por lo que yo pasé. A mí a veces me dicen que tuve una hija que está viva, y que la tiene el médico que me visitaba todos los días. Otros me dicen asesina porque dicen que mi provincia es provida.
Deciles que cuando ellos dicen que el aborto no es legal, los médicos se confunden y creen que ningún aborto es legal, y se enojan con nosotras aunque seamos menores. Y te acuerdas que el año pasado te pedí patines para Navidad. Este año te alcanza la plata para un celular?".
Mirá la exposición:
[El Teclado]