Por María Eugenia Suárez
Romina, Flavia y Mercedes no se conocen, y tal vez nunca se conocerán, pero tienen algo en común: las tres se desenvuelven en trabajos históricamente masculinazados. No son pioneras en lo que hacen, porque, aunque el proceso ha sido lento, antes otras mujeres se animaron a quebrar esos moldes a la medida de los varones.
En el Día Internacional de la Mujer, El Teclado entrevistó a tres mujeres que, en el medio de la lucha por la igualdad y la equidad, representan a una generación que ha decidido romper los estereotipos de género y demostrar que las mujeres pueden desarrollar cualquier tipo de tarea.
[MUJERES QUE CONSTRUYEN Y CONTIENEN]
Flavia está del otro lado del teléfono con otras dos compañeras, pero como les da un poco de vergüenza hablar es ella la que toma la palabra. Las tres integran el grupo Mujeres Constructoras, una de las cooperativas del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) que desde hace más de seis meses trabajan en el distrito de Mercedes. Flavia es responsable de una de las tres cuadrillas activas. “No decimos jefa ni capataz porque acá nadie manda a nadie. Soy la responsable para organizarnos”, advierte en diálogo con El Teclado. El objetivo del grupo es desarrollar tareas de construcción a pares que se encuentran atravesando situaciones de violencia de género en sus hogares o poseen ingresos insuficientes para sostener alquileres y sustentar a sus familias.
La violencia de género atraviesa la cooperativa. Las 14 mujeres que integran la cuadrilla han sido violentadas. “Además del trabajo que hacemos, nosotras contenemos a nuestras compañeras”, dice Flavia y agrega que siempre espera “que se sumen más mujeres, que se animen a hablar, que no se queden calladas para que no sufran más”.
El grupo fue incluido en el Programa Potenciar Trabajo, una iniciativa del Gobierno nacional que apunta a mejorar la empleabilidad y la generación de nuevas propuestas productivas a través de la finalización educativa y la capacitación laboral. La mayoría de las mujeres tenían la inquietud de aprender para ayudar a sus pares. “Aprendí mirando a mi marido. Me dije ‘yo también lo puedo hacer’ y empecé a mirarlo y a preguntarle hasta que comencé a hacerlo yo”, dice y agrega: “Nosotras podemos hacerlo, somos capaces”.
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“Siempre le digo a ellas que todo se puede. Cuando no sale algo les digo que nunca hay que rendirse, siempre tenés que seguir más allá de si sale mal. De eso se trata la vida, de volver a intentar”, rememora la constructora y completa: “Es lindo cuando las chicas que sufren de violencia de género salen y puedan hablar de esa pesadilla”.
[MUJERES EN PUESTOS JERÁRQUICOS]
Aunque la actualidad es habitual ver a mujeres custodiando supermercados, bares y distintas empresas, hubo un tiempo que la tarea sólo recaía en los varones. Romina Gigli no sólo llegó a ser vigiladora, hoy supervisa un equipo.
“Arranqué en el 2006. Me había separado, necesitaba laburar y mi hermano mayor me hizo entrar en la empresa de seguridad en la que él trabajaba”, recuerda ante El Teclado. “Entré como vigiladora, empecé en un barrio, tranquila. A muchos lugares no podía ir porque los clientes preferían hombres”, agrega.
Si bien cuando ingresó a la empresa había dos mujeres más, en la actualidad es la única y dice que sólo se contratan a demanda del cliente. “Algunos clientes no quieren porque las mujeres quedamos embarazadas, tenemos hijos”, enumera y recuerda que si bien ella no tuvo problemas cuando en 2010 quedó embarazada, una mujer fue despedida cuando informó que estaba gestando.
El rol de vigiladora quedó en el pasado cuando en 2017 la convocaron para ser supervisora. “Es complicado porque son todos varones los que quedaron de vigiladores y a veces es difícil porque se piensan que por ser mujer no te tienen que dar bolilla o van a hacer lo que quieren, te tenés que hacer respetar”, describe y si bien destaca que con el grupo actual no ha tenido problemas, recuerda la resistencia de algún vigilador a que sea una mujer la que le indique qué hacer.
[JUGADORAS DE TODA LA CANCHA]
Hace pocos menos de dos años Mercedes Carlini y Natalia Serqueira se reunieron en la casa de una amiga que se acababa de mudar para ayudarla a colocar unos estantes, arreglar el placard y otras tareas. Entre mate y mate coincidieron en que lo que hacían podía ser una solución para muchas personas que necesitan pequeños arreglos en sus casas. Así nació Detodistas.
“Hacemos cosas que no necesiten un matriculado porque como tenemos otros laburos y estamos en Gimnasia (y Esgrima de La Plata) no hemos tenido tiempo para estudiar. Es un proyecto a futuro”, dice Mercedes, quien además de jugara profesional del Lobo es geóloga.
En el rubro de los servicios que prestan está la plomería, electricidad, jardinería y albañilería. “En general nos llaman mujeres. Si bien hay hombres que consultan, la mayoría son mujeres”, señala Mercedes y agrega que las contratan “porque le da más seguridad que meter a un hombre estando solas en la casa y porque nos dicen que somos más prolijas, más responsables con los horarios, que es un poco generalizar, porque no todos los hombres laburan igual”.
Sin embargo, destaca que la mirada más hostil no llega de los clientes varones, sino de los comerciantes. “Quizá a algún hombre nos ha dicho ‘veo que te das maña’, pero lo más difícil son los negocios. Ir a ferreterías o casas de repuesto es un tema hasta que se dan cuenta que sabes y que cualquier mujer puede laburar de esto. Al principio te miran raro y te empiezan a dar vueltas como si un varón te mandara a buscar las cosas”, resalta.
Como las Mujeres Constructoras, Mechi y Nati aprendieron lo que saben en sus hogares. “Las dos nos criamos con familias que se dedicaron a hacer esas cosas. Mi viejo hace de todo, mi mamá también y nosotras siempre metimos la nariz”, dice entre risas Mercedes y agrega: “Laburar estos oficios te va cruzando con distintas dificultades que te hacen crecer y aprender más. Obviamente no sabemos todo, es imposible, pero si sabés lo básico, sin exponernos nosotras ni los lugares a ningún peligro, se aprende”.
En su trabajo diario no sólo solucionan problemas domésticos, también apuntan a que otras se animen a resolverlo por sus propios medios. “Nosotras fomentamos que las mujeres se animen, nos gusta explicar lo que hacemos para que más mujeres lo hagan, para que sea su fuente de trabajo o para que ellas mismas se animen a solucionar sus problemas y abaratar costos”, finaliza. [El Teclado]