Elma Pelozo dice que duerme acompañada. Antes de apagar la luz, lo último que ve, es la mirada de su hijo desde un portarretrato. La imagen es vieja. Gabino Ruiz Díaz, de 19 años, viste orgulloso el uniforme del Regimiento de Infantería 12 de Mercedes, Corrientes, donde le tocó hacer el servicio militar. La última vez que lo vio ella tenía 42 años. “Mamá no te hagas problema, yo estoy bajo bandera, juré por mi patria y si me pasa algo no llores nunca por mí porque yo me voy contento", dice la mujer en conversación con El Teclado cuando repasa el último diálogo que tuvo con el joven antes que abandonara para siempre San Roque, Corrientes. Gabino integra la triste lista de los caídos en Malvinas y tras la guerra fue unos de los 122 soldados que en su tumba solo llevaban la inscripción “soldado argentino solo conocido por Dios”. La lucha del excombatiente Julio Aro posibilitó que Elma fuera la primera madre en identificar la cruz de su hijo en Malvinas.
“Fui la primera madre que firmé. Julito vino y habló con conmigo, después vino la Cruz Roja y me sacaron sangre. Acepté que se hagan esas cosas para que los chicos sean reconocidos. Mi hijo fue el primer soldado que se encontró”, cuenta Elma. Julito es Julio Aro, un excombatiente argentino, que junto al británico Geoffrey Cardozo, están postulados al premio Nobel de la Paz por su trabajo para ayudar a identificar a los caídos enterrados en el Cementerio de Darwin.
Elma está al tanto de todo. Sus 81 años y la silla de ruedas que usa para movilizarse no han sido un obstáculo para interiorizarse de los pormenores de búsqueda de datos, encuentros y homenajes. Su relato tiene una fortaleza y un vigor que demuestran que ha sido un pilar en la historia familiar. “Todavía falta identificar algunos chicos. Julito y Cardozo han trabajado mucho. Tengo mucho contacto con ellos, con los veteranos de guerra, paso el rato hablando con ellos, me saludan y ahora, estos días, tengo muchas conversaciones con ellos”, dice.
El 2 de abril es una fecha emblemática para la familia. Sin embargo, en su calendario existen algunas más que son un puente con la historia de Gabino.
Publicado por Fundación No Me Olvides en Martes, 10 de marzo de 2020
[FECHAS]
“Lo vi por última vez el 10 de marzo de 1982. Él ya había terminado la colimba y lo estaban entreteniendo ahí porque, después supe, se venía esta guerra”, cuenta Elma a este portal en referencia Regimiento de Infantería 12 de Mercedes. “Él ya había cumplido, pero lo llamaron y se fue. Me dijo: ´mamá no te hagas problema, yo estoy bajo bandera, juré por mi patria y si me pasa algo no llores nunca por mi porque yo me voy contento´. Fue la última vez que lo vi”, recuerda.
“Yo igual no sabía que mi hijo estaba por ir a las Malvinas, ni que se fue. Muchos días después me enteré. El Regimiento no nos avisó que los chicos se iban. Ellos lo levantaron y se los llevaron como ovejas al matadero y punto. Eso nos hizo muy mal. Estuve muy triste y muy dolida. Cuando se fueron uno de los jefes del Regimiento de Mercedes me mandó una carta diciéndome que mi hijo era sano, que iba a volver con salud. Ellos no sabían lo que venía”, recuerda Elma.
Gabino cayó en la batalla de Pradera del Ganso, el 29 de mayo de 1982. Sin embargo, pasaron muchas semanas hasta que el Regimiento informó que era un soldado desaparecido y muchos años hasta que Elma pudo reencontrarse con los restos de su cuerpo.
“En el ‘97 fue la primera vez que fui a las Islas y me encontré con un montón de cruces que decían ´soldado sólo conocido por Dios´. En ese viaje, había llevado una placa de bronce, pero como no sabía cuál era la de él adopté una cruz. Luego supe que Gabino estaba cerquita”, dice Elma.
La siguiente vez que pisó las frías tierras de las Islas Malvinas fue de la mano de Aro, quien tras una investigación con su fundación “No me olvides”, que comenzó en 2008, y el trabajo de la Cruz Roja Internacional y el Equipo Argentino de Antropología Forense, ha logrado la identificación de 115 soldados. Elma Pelozo fue la primera madre que Julio Aro contactó, el primer eslabón de una cadena que aún resta completarse.
“El 5 de marzo del año pasado (2020) viajamos con Julio Aro. Fuimos despacito. Acá me levantó un helicóptero del Ejército. En Corrientes capital tomé un avión hasta Mar del Plata y al otro día salimos para las Islas. Fue un viaje hermoso. Siempre con un peso en el corazón, pero contenta porque fui a visitar el cuerpo de mi hijo y sus hermanitos que cayeron en el mismo lugar por las mismas causas”, señala con mucha alegría Elma desde el otro lado del teléfono y agrega: “A diferencia de la primera vez, ahora ya sabía dónde estaba su cuerpito, su cruz, y le llevé un ramo flores. La cruz que yo había adoptado estaba cerquita. Esta vez le llevé un ramo de flores y un florero que le mandó su hermana mayor, Antonia. Más no se puede llevar porque no te permiten”.
“Ojalá pueda volver, aunque cuesta mucha plata”, dice con la esperanza de volver a llevar flores a la tumba de Gabino.
[RECUERDOS]
Una escuela y una plaza lleva el nombre de su hijo. “Todos esos homenajes uno los siente bien mezcladito. Por supuesto me pesa algo, pero tengo que procurar levantarme porque tengo que estar para dar respuestas a las preguntas que me hacen”, dice y agrega: “Siento mucho afecto por parte de la gente que quiere hablar conmigo. Argentina tiene una cuenta con todas las madres de los soldados. Nunca nos van a devolver a nuestros hijos, ni pagar el precio de nuestros hijos que con tanto sacrificio los criamos”.
Elma dice que todos los días recuerda a Gabino. Se levanta pensando en él y se acuesta con su mirada. Lo ve jovencito, planificando la compra de un camioncito 350 para salir a vender productos por la provincia. "Vos mama vas a ser mi compañera de viaje y vamos a ir a vender a Mercedes que no hay nada". Ese era su plan”, recuerda la mujer.
“De su vida tengo como un video. Era un hijo cariñoso, buenito, educado, trabajador, responsable. Es inolvidable”, dice Elma y sobre el final agrega: “Todos los días me acuerdo de él. Cuando me siento en la cama veo su foto. Él está ahí conmigo, me acompaña cuando duermo y también en el recuerdo. Y siempre va a ser así, aunque sepa que no va a volver”. [El Teclado]