La alimentación inadecuada y la malnutrición infantil se convirtieron en los últimos años en la principal causa de morbi-mortalidad a nivel mundial. Investigadores del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA), de la Universidad Nacional de La plata, la CIC y el CONICET desarrollarán y producirán a escala piloto harinas funcionales compuestas y alimentos saludables basados en cereales y legumbres.
Se trata de un avance científico de enorme relevancia, orientado a cubrir parcialmente las necesidades nutricionales de la población materno-infantil hasta los primeros 2.000 días de vida. El trabajo se realizó junto con investigadores del de INTI-9 de julio y del Instituto de Desarrollo e Investigaciones Pediátricas (CIC – Hospital de Niños Sor María Ludovica).
La Doctora María Cristina Añón, directora del proyecto, ofreció detalles reveladores que expresan la compleja situación que atraviesan las naciones más pobres en relación a la alimentación: “En muchos países en desarrollo, que atraviesan un proceso de transición nutricional caracterizado por modificaciones en la dieta y estilo de vida, coexisten los dos extremos de la malnutrición: por déficit, que incluye deficiencia de nutrientes y desnutrición, y por exceso, que abarca obesidad, hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, entre otras”.
Según estadísticas oficiales, los problemas nutricionales por déficit son responsables de aproximadamente la mitad de las muertes a nivel global en niños menores a 5 años. A ello se suman las carencias nutricionales durante el embarazo.
Según estadísticas oficiales, los problemas nutricionales por déficit son responsables de aproximadamente la mitad de las muertes a nivel global en niños menores a 5 años. A ello se suma que las carencias nutricionales durante el embarazo pueden aumentar el riesgo de morbi-mortalidad materna, las chances de nacimientos prematuros y el nacimiento de niños con bajo peso y hasta limitaciones del desarrollo cognitivo futuro.
Si las carencias persisten en los primeros años de vida, los niños pueden tener crecimiento y desarrollo deficientes, bajas defensas contra infecciones, e inadecuado desarrollo de tejidos, provocando una mala condición general de salud y mayor riesgo de muerte. Asimismo, las alteraciones por déficit o exceso durante la etapa intrauterina y la primera infancia se asociación a un mayor riesgo futuro de contraer enfermedades crónicas no trasmisibles en la edad adulta.
Los últimos estudios en relación a esta problemática a nivel nacional, evidencian que la Argentina no está exenta de estos problemas. Añón explicó que “en este contexto y en función de su impacto en el futuro de la población en particular y del país en general, se elaboró el proyecto de elaboración de harinas funcionales compuestas y alimentos basados en cereales y legumbres destinados a cubrir parcialmente las necesidades nutricionales de la población materno-infantil hasta los cinco años y medio de vida. El objetivo es lograr alimentos funcional y sensorialmente aptos, capaces de reducir el riesgo de contraer enfermedades crónicas no transmisibles que afectan a esta población”.
Añón adelantó que “las materias primas granarias serán procesadas haciendo uso de las tecnologías disponibles y de las plantas piloto que posee el INTI 9 de Julio para obtener los productos derivados más adecuados para la formulación de las harinas funcionales compuestas, tales como granos popeados, harinas crudas y tratadas térmicamente, harinas pregelatinizadas, texturizados, etc. de acuerdo a las necesidades de formulación y desarrollo de los productos, sus usos y aplicaciones finales y sus características nutricionales y sensoriales”.
¿Para qué servirán estas harinas funcionales compuestas? Desde el CIDCA aclararon que pueden ser empleadas en la elaboración de alimentos adecuados y de preferencia de la población materno-infantil, como fideos de pasta corta, papillas para el inicio de la alimentación complementaria, sustitutos cárnicos y hasta galletitas. Para ello se utilizarán además ingredientes como vegetales deshidratados, aceite vegetal y condimentos.
Sobre las características y avances del proyecto, la investigadora explicó que “se diseñarán harinas funcionales compuestas, adicionadas con micronutrientes esenciales, que serán formuladas a partir de granos de cereales (maíz, arroz, trigo), legumbres (arvejas, porotos, garbanzos, lenteja) y oleaginosas (lino, chía), bajo la forma de grano o aceite. Se adicionarán además nutrientes críticos como minerales (calcio, zinc, iodo) y vitaminas (A, D y ácido fólico) en aquellos productos que lo requieran utilizando formas químicas recomendadas en el Capítulo XVII Alimentos Dietéticos o de Régimen del Código Alimentario Argentino”. [Fuente: UNLP]