Por María Eugenia Suárez
Este domingo
como todos los 1° de agosto se celebra entre los integrantes de los pueblos indígenas de América
Latina el Día de la Pachamama o de la Gran Madre Tierra. María Ochoa, del Consejo de Comunidades Indígenas
de la región, conversó con El Teclado sobre esta celebración ancestral en la que se agradece,
se pide y se bendicen los frutos que ofrenda la “Pacha”.
El primer día del mes que se
inicia se revive entre la comunidad indígena una costumbre antigua de
gratitud hacia la tierra, un rito que, a pesar de la cruel colonización y el paso del tiempo, sobrevivió y es motivo de celebración más allá de los integrantes de los pueblos originarios.
“Para nosotros agosto es un mes muy importante”, indica al comienzo de la charla María Ochoa, Inkari (que toma decisiones) del Consejo de Comunidades Indígenas de la regional La Plata,Berisso y Ensenada. “Tiene que ver con el proceso cíclico y cósmico. Es un mes en el que la tierra no se trabaja, es el mes en el que se depositan las semillas en el vientre de la madre tierra para que puedan crecer. Ya pasamos el Inti Raymi (fiesta del sol) que es el momento en el que padre sol está más lejos de la tierra, pero cuando él se acerca viene el tiempo de la Pachamama. Sus rayos caen con mayor fuerza sobre la tierra para que germinen las semillas, nuestros alimentos. Este momento es de renovación física, espiritual”, destaca la mujer.
La costumbre indígena encuentra en este mes un momento para la adoración a la Madre Tierra, de agradecimiento por las cosechas, por los animales y la abundancia del suelo. “Nosotros, como parte de la naturaleza, estamos involucrados en ese proceso de renovación, de sanación. Le agradecemos a la Madre Tierra porque todo lo que brota de su vientre es bien para el hombre, siempre que lo use para el bien. Es un momento de abundancia de alimentos, los animales empiezan con su proceso de reproducción. En agosto nosotros invocamos a la conciencia de cuidar nuestro espacio, nuestra atmósfera, nuestra tierra”, agrega Ochoa.
CELEBRAR EN CADA CASA
En Argentina, la celebración más importante se desarrolla en la región de la Quebrada de Humahuaca, donde las comunidades originarias en distintos espacios públicos y en patios de casas realizan el ritual de adoración y agradecimiento a la Pachamama.
Sin embargo, en el último tiempo la ceremonia se ha multiplicado en distintos puntos del país. “Estamos muy contentos porque en muchos lugares se hace (la ceremonia) por la Madre Tierra con mucha conciencia, con talleres de agricultura, de protección de los cuatro elementos”, señala María y evalúa que este acercamiento a la celebración está vinculada a lo que la comunidad denomina el Pachakuti (transformación del todo, un cambio general del orden). “Estamos ante una gran energía solar que nos está despertando, que nos está haciendo volver a la naturaleza. Todos, ante tanta violencia y destrucción, estamos buscando volver a la armonía, que es la esencia del hombre, estamos buscando el amor, la vida”, señala.
"Estamos ante una gran energía solar que nos está despertando, que nos está haciendo volver a la naturaleza".
La
mujer si bien invita a la celebración que se desarrollará este domingo desde
las 14.30 en el expredio municipal ubicado en 122 y 56 de La Plata, señala que
el agradecimiento a la Madre Tierra puede hacerse en cualquier hogar. “Este es
un momento de sanación y se puede hacer en el jardín de una casa” dice y
explica: “Primero hay que pedir permiso al cosmos, al espacio, a la Pachamama,
a los Apus (espíritus que habitan
en los cerros) para hacer la ceremonia y abrir el vientre de la Madre Tierra. Antes
hay que sahumar con hierbas aromáticas y uno debe ponerse en contacto con su
interior. Después hay que acercarse a la Pachamama y entregarle con el corazón
y la mente lo que se desee. Pueden ser semillas, papa, maíz; y también sus
deseos. Luego se tapa mientras se sahúma con hierbas aromáticas”.
Mucha gente, miembro o no de la
comunidad indígena, ha adoptado como hábito tomar caña con ruda durante el mes
de agosto. “Es una forma de cuidar la salud”, dice María.
La costumbre ancestral indica
que tomar caña con ruda aleja los males del invierno y por eso hay que beberla
en ayunas. Según los relatos, en esta época del año se producía muchas perdidas
de cosechas y muertes de animales y personas por el frío y las intensas
lluvias.
“Cuando tomás caña con ruda, no te vas a enfermar durante el mes. La ruda tiene un valor muy importante para nosotros porque es muy protectora”, agrega María. Según los pueblos originarios esta planta evita los parásitos, el malestar estomacal, el ardor y la irritación de picaduras de bichos. [El Teclado]