Fungi: Un recorrido por la acción destructiva de los hongos transformada en arte
El insólito hallazgo de cientos de antiguas placas fotográficas arruinadas por el paso del tiempo despertó la pasión de un equipo de profesionales de la Universidad Nacional de La Plata que, con conocimiento, talento e imaginación, transformaron aquellas ruinas en verdaderas obras de arte. Así nació “Fungi”, el nuevo libro publicado por la Editorial de la UNLP -EDULP-; una colección de imágenes que refleja de qué modo la implacable acción de los hongos puede transformarse en un hecho artístico y de valor científico.
Fue allí que la naturaleza se abrió paso y la acción de distintos fungis transformó dramáticamente aquellas imágenes fotográficas. Luego de un minucioso trabajo que demandó más de 3 años, aquellas fotos rescatadas de la voracidad de los hongos, alimentan hoy las páginas de un libro cuya riqueza visual resulta tan atrapante como original.
En “Fungi” convergen las miradas de la archivística, de las ciencias veterinarias y micológicas, y de las prácticas artísticas. El grupo de trabajo abocado a este desarrollo está encabezado por el artista plástico y audiovisual, Darian Witon; la Licenciada en Filosofía y fotógrafa, Angela Tettamanti; la Microbióloga Médica Veterinaria y Docente, Romina Della Vedova; y la Bióloga y Docente, de la Facultad de Ciencias Veterinarias, Verónica Amor.
“El libro materializa el trabajo de rastreo, recuperación y selección de un cúmulo de fotografías que, enmohecidas y deterioradas, dieron lugar a nuevas imágenes como consecuencia de la intervención de distinta clase de hongos. Ellas son un retrato en movimiento del tiempo, una imagen vacilante, ya que representan la captura momentánea de una figura que, como todo proceso biológico, continúa mutando”, reflexionó Angela Tettamanti, fotógrafa y una las autoras de la publicación.
“Intervenido a partir de un proceso tan básico de cualquier organismo vivo, trastocaron las fotografías y la objetividad de su representación”, destacó Witon al tiempo que afirmó: “donde la ciencia antes halló certezas y registros, hoy encontramos el misterio de lo amorfo, la incomodidad de la no figuración y la picazón de encontrarle un sentido a estos recuerdos fuera de quicio”.
Sobre la apasionante historia de este proceso creativo, el artista recordó: “lo primero que apareció fue una caja de viejas diapositivas, eran fotografías de placas de vidrio de las antiguas que se hacían con cámara de fuelle numeradas, pero discontinuas. Esa fue la punta del ovillo que nos hizo preguntarnos dónde estaba el resto. Posteriormente, pudimos dar con un buen número de placas fotográficas en un box de caballos del Viejo Hospital Escuela; que había sido destinado como depósito luego de la mudanza al Nuevo Hospital Escuela. Allí, literalmente flotando en un bebedero de caballos, se hallaban un par de estas maletas repletas de diapositivas y, en una caja aparte, un gran número de placas fotográficas con sus correspondientes sobres numerados, de los cuales sólo unos pocos contaban con alguna referencia muy escueta”.
“En una primera instancia, nos abocamos junto con mi compañero, Oscar Lalanne, a la limpieza y catalogación de estos sobres, mientras dejábamos secar el resto de las diapositivas mojadas, para luego hacer una digitalización exhaustiva de cada fotografía (placa fotográfica o diapositiva). En total fueron unas setecientas imágenes aproximadamente. En varios casos hubo que rearmar, como si fuese un rompecabezas, las placas de vidrio rotas, en otros casos esta labor fue imposible por el faltante de piezas. Una vez finalizado el trabajo de digitalización, se continuó con el escaneo de algunos rollos fílmicos que también se hallaron en estas cajas. Muchos de ellos avinagrados y muy deteriorados por la humedad, otros sobrevivían a duras penas puesto que el plegado circular de estos rollos afectaba a todo el largo del carrete”.
“La idea de armar un libro fue la mejor forma que encontramos de nuclear y organizar este material y narrar todo el proceso de trabajo. Donde una de las cuestiones más relevantes de este proyecto es el trabajo interdisciplinario de distintas ramas donde se combina la ciencia y el arte", contaron.
“Paralelo a este trabajo de digitalización y escaneo se llevaron algunas muestras de estas diapositivas a hisopar en la cátedra de Micología Médica e Industrial, donde fui recibido por la médica veterinaria Romina Della Vedova y la licenciada en biología Verónica Amor, ambas docentes e investigadoras de la Facultad, se abocaron al estudio de las muestras Fungi”, detalló el artista plástico.
El grupo de las “Transparentes” contenía menos material fotográfico adherido al soporte fílmico, por lo que se podía ver a través” del propio soporte, puesto que el deterioro había sido tal que ya no había emulsión sensible sobre la película. De esta forma, dado el aspecto translúcido de la diapositiva, se catalogó como “Fantasma” o “Transparente”.Las “Flasheras” eran, según explicó Witon, “las de mayor atractivo visual, puesto que la deformación había configurado una nueva identidad plástica a la imagen llegando al punto de lo irreconocible en términos figurativos, y una absoluta expansión en términos abstractos. La acción de los fungis sobre este tipo de fotografías había construido una estructura rítmica desconcertante en relación a la génesis del propio material o su supuesto contenido”.
Respecto a las “Figurativas”, el deterioro o la acción fúngica no había llegado a dañar del todo el contenido de la imagen, por lo que aún era factible reconocer allí alguna figura. Se daba así una conjunción entre la acción plástica de los hongos sobre el material y la supervivencia del contenido de esas imágenes, de tal manera que convivían ambas intervenciones sobre el material, la producida por la cámara, la impresión, el encuadre, el texto, en fin, la acción humana, y la producida por la acción de los hongos y las variaciones climáticas ante la exposición del material.
El equipo de trabajo detalló: “Posteriormente se realizó una selección de cada uno de los grupos de diapositivas, las muestreamos con hisopos estériles y las sembramos en placas de Petri con agar Sabouraud. Luego fueron incubadas a temperatura ambiente durante 21 días en los cuales realizamos lecturas dos veces por semana. A medida que los distintos géneros de hongos fueron creciendo, los repicamos agar Sabouraud, para lograr los cultivos puros y así poder empezar el proceso de identificación de los géneros/especies fúngicas”.
Para lograr la identificación tuvimos en cuenta el aspecto macroscópico de los cultivos, observamos su textura, las formas, los colores, tipos de superficies, presencia de pigmentos, tipos de bordes, etc. Luego aplicamos la técnica de microcultivo, que consiste en un cultivo realizado en un portaobjetos en el que se puede visualizar el crecimiento fúngico sin tener que romper las estructuras, y realizar la observación microscópica. En esta observación vemos los tipos de micelios (cuerpo de los hongos), presencia/ausencia de tabiques, pigmentos, formas especiales de los micelios.
Unas de las cuestiones más importantes que miramos son el tipo de reproducción y la conidiogénesis para poder empezar la identificación fúngica. Los géneros que se recuperaron con mayor frecuencia de las diapositivas fueron: Aspergillus, Penicillium, Paecilomyces hongos negros o dematiáceos, como Cladosporium, y géneros pertenecientes al Orden Mucorales, como Syncephalastrum. Fungi - Darian Witon (Coordinador) 12 Las cepas que recuperamos fueron incorporadas al cepario de la cátedra de Micología Médica e Industrial, para poder utilizarlas en futuros ensayos”.
“La idea de armar un libro fue la mejor forma que encontramos de nuclear y organizar este material y narrar todo el proceso de trabajo. Donde una de las cuestiones más relevantes de este proyecto es el trabajo interdisciplinario de distintas ramas donde se combina la ciencia y el arte. Algo para destacar de este proceso es que más allá del resultado artístico hay toda una información micológica que es de utilidad para la cátedra de micología. ”Para finalizar el artista concluyó: “Debido al tiempo que pasó, estos materiales encontrados en la basura no tenían ya relevancia científica. Tampoco era posible darles uso académico, porque los cambios en los contenidos de aprendizaje y en las tecnologías para la enseñanza los hicieron obsoletos. Por eso, la reconfiguración del sentido le da un nuevo valor al pasado con este proyecto interdisciplinario”.
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