Por María Eugenia Suárez
“Cuando sufriste abuso, una vez
que hablaste, no te querés callar más”, dice a El Teclado, Virginia Feinmann, la
escritura y traductora que en los próximos días comenzará a coordinar “Narrar
lo imperdonable” un taller de lectura de cuentos sobre abuso sexual infantil. Con
un enfoque diverso, la propuesta busca mostrar voces y universos de un tema que
muchos conocen, pero que pocos lo ponen en palabras.
A partir del jueves 2 de
septiembre, Feinmann estará al frente del taller de lectura y escritura en el que
se analizarán ocho cuentos que abordan el abuso sexual infantil. La dinámica,
que se extenderá durante nueve encuentros, forma parte de la programación
cultural de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario
(UNR).
En “Narrar lo imperdonable” se reflexionará sobre “El pecado mortal” de Silvina Ocampo y los cuentos "Un hombre en la casa", de Bernardo Kordon; "La chica de al lado", de Anna Kazumi Stahl; "El marido de mi madrastra", de Aurora Venturini; "Andado", de Lucia Berlin; "El regalo de despedida", de Claire Keegan; "Los nombres", de Alejandra Kamiya y "Resfriado", de Etgar Keret.
Amigxs, después de leer mucho y pensar el proyecto de mil maneras, logré abrir el taller “NARRAR LO IMPERDONABLE. Ocho...
Publicado por Virginia Feinmann en Martes, 10 de agosto de 2021
“Hacemos una lectura desde esta perspectiva porque queremos
hablar del tema, pero también disfrutamos”, dice la escritora a El Teclado sobre
las obras que el taller analizará y advierte que en su recorrido para trabajar
la temática su experiencia personal y curiosidad terminaron hilvanando la
planificación de un taller que comenzó con un puñado de textos y que, a partir
del rebote que tuvo la propuesta, puede multiplicarse en nuevos talleres.
-¿Por
qué un taller para analizar piezas literarias que abordan el abuso sexual
infantil?
- Se conjugaron varias cosas, que sufrí abuso en la
infancia, que escribo, que también soy muy lectora y curiosa, y que doy
talleres literarios. En mi taller de herramientas narrativas daba un cuento de
Silvina Ocampo que trata sobre abuso, pero lo daba por otra cosa, para
practicar el recurso formal de la segunda persona. Resulta que todos los años,
alguien decía “a mí también me pasó”, lloraban, traían sus escritos. Es
tremendamente común. Y no había otras instancias para hablarlo. Me movilizaba
mucho. Fui coleccionando cuentos sobre la temática y este año, después de un
año entero de proponerlo a instituciones que lo veían como muy chocante,
gracias a la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario lo
abrí. Ya estoy super contenta con todo lo que pasó, con la recepción, con la
visibilización, con la cantidad enorme de inscriptxs.
-Históricamente
la literatura romantizó las situaciones de abuso. Hoy, muchas obras las
denuncian. ¿Qué posibilitó ese cambio?
-Sí, igual muchos cuentos que doy son de los 60, 70, 80, no es que empezó ahora. Es cierto lo de la romantización y es interesante el trabajo de lectura que podemos hacer hoy, situaciones que se consideraban apasionadas y eran femicidios o abusos. Pero hay que tener cuidado de no exigirle a la literatura que sea denuncia, no transformarla en panfleto, porque la literatura no puede hacer lo que hacen las redes o los documentales o Crónica TV. Una buena obra requiere complejidades, ambivalencias, muchas veces las cosas no se dicen de modo explícito, sino que el lector tiene que hacer su trabajo. Y yo no creo que las obras tengan que denunciar, porque si tienen ese fin no van a ser buenas, o no las vas a escribir nunca, porque todo te puede hacer quedar mal. Creo que es el trabajo que hacemos a partir de las obras lo que sirve, entre otras cosas, para hablar y visibilizar. Pero sin juzgarlas.
"Hacemos una lectura desde esta perspectiva porque queremos hablar del tema, pero también las disfrutamos. El arte puede todo eso junto".
-¿Qué
rol ha tenido la marea feminista en este cambio?
-Bueno, hay una ampliación de la conciencia y de los
derechos y un momento receptivo para la enunciación. La marea feminista
consiguió cosas maravillosas. Y este taller hace 20 años no habría existido. O
habríamos sido cinco, no cien. Se tematiza más el abuso, es verdad. Se
revisitan obras, pero sin quitarle su valor artístico, entendés, sin
cancelarlas por eso. La soprano Natalia Hurst, por ejemplo, hace un espectáculo
donde canta arias de óperas famosísimas y las pone en contexto: Mme Butterfly
era una niña-madre, Otelo cometió un femicidio, etc. Ahora, nadie está diciendo
que no sean bellísimas. Y cuando las canta, las disfrutamos. Hacemos una
lectura desde esta perspectiva porque queremos hablar del tema, pero también
las disfrutamos. El arte puede todo eso junto.
-¿Por
qué un escritor o escritora decide narrar su experiencia personal en un
proyecto literario?
-Seguramente porque muchas veces para escribir buscamos
esos momentos donde quedó capturada nuestra sensibilidad. Fijate también
cuántos narran la muerte de un padre, de un hijo, una enfermedad. Las primeras
impresiones del mundo, los primeros desengaños, las cosas que hoy nos dan
culpa, un perro al que ves morir o incluso la pandemia, hay situaciones que exacerban
los sentidos y que se te imponen como materia narrativa porque confiás en que
vas a transmitir algo de esa vibración al que lee. Y también porque es una
posibilidad de seguir contando. Yo creo que cuando sufriste abuso, una vez que
hablaste, no te querés callar más.
-¿Cómo seleccionaste los textos que se van a abordar en el taller?
-Primero por la calidad. Quiero que leamos buenos cuentos, que valgan en sí mismos más allá del tema que traten. Después, bueno, cuando tenía cuatro y dije “me interesa el tema” mis alumnxs y mis amigues me fueron acercando los que encontraban. Me interesaba la variedad de escenarios: una granja en Irlanda, un suburbio rico estadounidense, un consultorio médico en Israel. La variedad de enfoques: una voz infantil, un narrador muy impersonal en tercera, una mujer hablándole a la niña que fue. Ahora por ejemplo me siento desesperada, porque con la movida del taller me escribió mucha gente para avisarme “tal autor”, “tal autora” o escritores “yo tengo un cuento sobre el tema” y la verdad es que quiero ponerme a leer todo y dar tres talleres más.
"Creo que cuando sufriste abuso, una vez que hablaste, no te querés callar más"
-¿Qué
esperás que pase a lo largo de los encuentros?
-Que a cada une le pase lo que necesita que le pase. A lo
mejor alguien se anotó porque quiere leer buena literatura, porque busca líneas
de análisis o de interpretación. O se está formando como escritor o escritora y
quiere encontrar herramientas de la mano de buenos autores. O por su profesión trabaja
con situaciones de abuso y quiere ver cómo se las representó en la ficción. O simplemente,
por experiencia personal o cercana, quiere estar en un lugar donde se hable del
tema, donde se usen palabras para nombrar algo que es difícil nombrar en la
vida diaria. Ojalá todxs encuentren lo que necesitan.
-En la
convocatoria indicás que la última clase se destinará a la producción personal.
¿Este tipo de talleres, en algún punto, termina teniendo una función terapéutica?
-Bueno, no es una obligación del taller pero ya por la cantidad de textos que me llegaron desde que lo anuncié, estoy segura de que hay gente que va a querer escribir sus textos y me parece lindo hacerle lugar, abrazar esa producción y esa expresión también, sin el rigor de la corrección, sólo para escucharnos en el último encuentro, donde también voy a sumar dos cuentos míos. No puedo hacer teoría al respecto, pero intuitivamente me parece que sí, que es terapéutico, porque cuando pienso que, no sé, yo primero recordé, después hablé, después escribí y ahora incluyo el tema en mi trabajo y soy una persona muy feliz, entonces pienso que sí, que de algo sirve. [El Teclado]