"Los loros aprovecharon para hacer sus nidos, pasó gente que entiende en el tema y trabaja en la parte de fauna y lo que nos sugería, al ser una especie protegida y que ya habían anidado, sería deseable esperarlos hasta mediados de enero, donde los pichones vuelan y ellos abandonan los nidos".
La frase pertenece al Jefe de la región 19 de Vialidad y ex intendente de Tornquist, Gustavo Trankels. Efectivamente, el organismo nacional decidió frenar la obra en la autovía de la ruta 33 hasta mediados de enero para preservar a los loros barranqueros, especie en peligro de extinción que anidan en un sector del trazado de la obra.
"Nosotros no solo tratamos de hacer una obra vial que le mejore la calidad de vida a la gente, sino que la responsabilidad social que tiene Vialidad Nacional es contemplar la flora y la fauna", comentó el funcionario en declaraciones a Noticias Reflejos.
La medida proteccionista fue acordada entre mencionada la dirección de Vialidad, la empresa Decavial SA y expertos ambientalistas, y frenó una parte de los trabajos que se vienen haciendo en la construcción de la autopista de la ruta nacional 33 entre Bahía Blanca y Tornquist.
El lugar en cuestión es el kilómetro 29,5 de la traza, donde actualmente se están llevando a cabo trabajos para instalar una segunda vía de pavimento. Sin embargo, cuando llegó el momento de tirar abajo los montículos que había ese sector, los proteccionistas advirtieron que había una comunidad de loros barranqueros y sus crías recién nacidas.
Por ello se decidió dejar por un tiempo una suerte de pared de unos 5 metros de ancho, hasta que llegue el momento en que los animales emigren del lugar, algo que ocurriría a mediados del mes de enero. Mientras tanto, la contratista continúa trabajando en las inmediaciones del lugar, señaló La Nueva.
“Se trata de una especie típica de Argentina y Chile, que solo vive en Sudamérica y que está catalogada como amenazada, por más que hasta hace un tiempo había llegado a ser categorizada como plaga. Sin embargo, en la actualidad, con el impacto que se está produciendo en los ambientes naturales de monte, donde obtienen la comida, la población ha ido decreciendo. Por ello hoy está protegida”, señaló el investigador especialista de GEKKO, del departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia de la UNS, Pablo Petracci.
Al respecto, aclaró que los barrancos como los que hoy ocupan estos animales no son sus hábitats frecuentes, ya que antes utilizaban otros que estaban más próximos a cursos de agua como los ríos Sauce Chico y Grande, el Napostá o Quequén Salado.
Al observar que las máquinas avanzaban sobre la colonia de nidificación, Petracci advirtió a la constructora sobre lo que estaba ocurriendo y se decidió frenar los trabajos en ese sector puntual, hasta que los pichones crecieran y pudieran volar de ahí. En ese momento, se tirará abajo el montículo.
“Estos loros hacen cuevas con una profundidad de no más de 2 metros, por lo que sugerí que dejaran un lugar de hasta 5 metros de ancho, hasta una fecha determinada. Por el crecimiento de los pichones, entiendo que podrán volar de allí a mediados de enero”, explicó.