Una de las promesas de campaña de Cambiemos fue transparentar las cifras del INDEC, sobre cuya veracidad habían planteado numerosas dudas desde el año 2008. Para ello, apenas asumido el Gobierno decretó la Emergencia Estadística por dos años, y comenzó un proceso de “revisión integral de las estadísticas públicas”.
Es importante remarcar que, previo al año 2016, no existían sospechas en relación a los indicadores surgidos de la encuesta permanente de hogares (EPH), sino que las dudas se concentraban en torno a los indicadores de inflación. Sin embargo, la nueva gestión del INDEC realizó cambios sustanciales a la metodología de la EPH, lo que ha generado dificultades relevantes para realizar comparaciones.
Cabe señalar, que los cambios suscitados en la Encuesta Permanente de Hogares repercuten en indicadores muy sensibles como la desocupación, la desigualdad y la pobreza, dado que la EPH es el insumo a partir del cual se calculan.
Desde CEPA realizaron numerosos hallazgos acerca de inconsistencias en la EPH y en la metodología de medición de la pobreza que inauguró el INDEC en 2016. Tales inconsistencias surgen con claridad cuando se analizan los datos con un nivel de detalle de aglomerado urbano o provincia y cuando se estudia con profundidad la elaboración de las canastas básicas utilizadas para dar cuenta de las necesidades básicas de la población pobre.
La Encuesta Permanente de Hogares es una encuesta por muestreo, donde cada uno de los individuos y hogares incluidos representa un número mayor de cada uno (en efecto, no es un censo donde se recogen datos del universo). La cantidad de personas y hogares que representa cada uno se llama proyección poblacional. El principal cambio metodológico de la Encuesta Permanente de Hogares a partir de 2016 fue el cambio en las proyecciones poblacionales. De hecho, tal modificación en las proyecciones poblacionales genera en la práctica que la población proyectada a la cual se refiere la encuesta es sensiblemente diferente.
Comparando la proyección poblacional actual con la vigente hasta el segundo trimestre de 2015 (antes del apagón estadístico), se puede afirmar que los cambios en las proyecciones poblacionales de la EPH han redundado en indicadores que mejoran la distribución del ingreso, lo que suaviza los resultados de la transferencia de ingresos suscitada desde que asumió el Gobierno de Cambiemos.
Particularmente los errores en la metodología de medición de la pobreza no sólo incluyen las inconsistencias de la EPH (de la cual se extraen los ingresos que luego se contrastan con el valor de las canastas), sino que además se detectaron errores en la composición, valorización y actualización de las canastas básicas utilizadas para representar las necesidades que debe satisfacer la población. Simplemente, las canastas utilizadas por el INDEC no representan el patrón de consumo actual de la población al estar basadas en una encuesta de 1996/1997, y por lo tanto el INDEC lejos está de medir el paquete de bienes y servicios que la población pobre de referencia debe consumir para satisfacer sus necesidades. [El Teclado]