Hace una semana el mundo de las redes se vio movilizado por Coco, un perrito que vino desde Hungría (a través de Colombia) con su dueño y al entrar a Ezeiza se encontró con un panorama impensado: su mascota no tenía las vacunas al día. La solución posible: la deportación. La solución final: cumplir una cuarentena en el aeropuerto y recibir sus vacunas.
En el ínterin, sus dueños se encargaron de informar a los nuevos fans del perro cómo pasaba sus días en el aislamiento, hasta que finalmente este jueves, finalmente, Coco viajó a Córdoba para reunirse con ellos.
"Acá estoy muy relax aprovechando el Solcito de la mañana, gracias por preguntar cómo estoy…como verán estoy muy bien", postearon esta mañana.
El ingreso al territorio nacional, sin la correspondiente documentación sanitaria oficial del Servicio Veterinario del país de origen, pone en riesgo la salud pública y a la población animal que pudiera tomar contacto con el canino.
Para evitarlo, el Senasa exige que los ingresos de perros y gatos se realicen conforme a los requisitos sanitarios vigentes, en especial aquellos referidos a rabia, que es una enfermedad viral, prevenible, que afecta a los humanos y puede causar la muerte, y se puede propagar a las personas y a las mascotas, si las muerde o rasguña un animal infectado con el virus rábico.
En el caso de “Coco” no se cumplieron los requisitos sanitarios, exigidos por el Senasa y disponibles en la página web oficial del Organismo, para la importación de perros y gatos, que se requieren a todos los arribos desde cualquier país.
El país de origen es el responsable de autorizar el embarque de los animales con la documentación sanitaria exigida por el país de destino. Cabe señalar que Coco fue embarcado en continente europeo y en Colombia sin haber cumplido los controles sanitarios y sin que su condición de salud fuera avalada por entidad oficial alguna, poniendo en riesgo a todas las personas que viajaban en las cabinas de dos aviones y también a aquellos que tomaran contacto en los aeropuertos involucrados y a la población argentina.
En tal sentido el Senasa realizó los reclamos oficiales correspondientes tanto al dueño -quien debió asumir los costos del protocolo acordado por su incumplimiento-, a los Servicios Veterinarios de los países involucrados y a las compañías aéreas por embarcar y desembarcar un animal que no cumplía con las exigencias sanitarias vigentes para su ingreso. [El Teclado]