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  Especiales   12.10.2022 - 11:30   
DÍA DE LA DIVERSIDAD CULTURAL
Kryygi o “Damiana”, la historia de la niña Aché que fue prisionera de la ciencia
Fue despojada de su familia, apropiada y alejada de su comunidad, convertida en objeto de investigaciones “científicas”, vejada y encerrada en instituciones. Una vez muerta, su cuerpo fue desmembrado y su cabeza enviada a Berlín para ser analizada.
Kryygi o “Damiana”, la historia de la niña Aché que fue prisionera de la ciencia
Damiana según sus captores. Kryygi para su comunidad.
Por: Luciana Mateo - @LucianaMateo

El 27 de septiembre de 1896 una niña de alrededor de 2 años es testigo de cómo un grupo de hombres blancos mata a su madre y a otros dos miembros de su comunidad Aché en la selva paraguaya.

La niña es retirada de allí por los asesinos de su familia y llevada a una localidad de Paraguay para ser criada por los colonos, que irónicamente la rebautizaron como “Damiana” por San Damián, el Santo católico del día de la matanza. 

Tiempo después es trasladada a San Vicente, en la provincia de Buenos Aires, para servir como mucama en la casa de María Verena Meyer, madre del psiquiatra y filósofo Alejandro Korn y, al mismo tiempo, es entregada a los antropólogos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, que la sometieron a estudios antropométricos.

Damiana -o mejor dicho, “Kryygi”, el nombre con el que la renombró su pueblo una vez que se restituyeron sus restos- fue, a lo largo de su corta vida, víctima de todos los abusos y violencias posibles. 

Despojada de su familia, apropiada y alejada de su comunidad, fue objeto de estudios permanentes basados en ideas racistas -entre otras cosas fue fotografiada desnuda por el médico y antropólogo alemán Robert Lehmann-Nitsche- y, cuando los hombres que la tenían cautiva no pudieron encauzar su despertar sexual conforme a los patrones morales de la época, la encerraron en el hospital ‘Melchor Romero’ de La Plata y luego en un correccional de Buenos Aires, donde murió en 1907, a los 14 años, producto de una tuberculosis.

MUERTE Y RESTITUCIÓN

Pero la cosificación de Damiana no terminó con su muerte: su cuerpo fue desmembrado y su cabeza enviada a Berlín para ser analizada con fines supuestamente científicos.

“Estuvo todo premeditado”, asegura a El Teclado Fernando Miguel Pepe, antropólogo y fundador del Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social (Colectivo GUIAS). “A Damiana la dejaron morir cuando terminó su desarrollo y crecimiento, que era lo que estaban estudiando”, agrega.

Fernando fue quien en enero de 2007, después de 6 meses de búsqueda, encontró los restos de la adolescente -sin el cráneo- en la osteoteca del Museo de la Facultad deCiencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP)

En ese momento, el equipo de GUIAS estaba tras la identificación de los miembros de los pueblos originarios que formaron parte de las “colecciones arqueológicas” que estaban guardadas en el Museo y cuya restitución ya había sido solicitada por las comunidades de origen.

“Nosotros ponemos en tela de juicio todo lo que diga Lehmann-Nitsche ya que él mismo hizo el catálogo de los restos humanos del Museo de La Plata hasta 1910 y dejó afuera a Damiana, que murió en 1907. O sea que ocultó esos restos que él mismo ingresó al Museo pero los anotó en un catálogo, aún hoy inédito”, sostiene Fernando. 

Emiliano Mbejyvagi, líder Aché, junto a la madre de Plaza de Mayo Adelina Dematti de Alaye y Fernando Pepe. Foto: Marco Bufano.  


“Consideraba los actos sexuales como la cosa más natural del mundo y se entregaba a satisfacer sus deseos con la espontaneidad instintiva de un ser ingenuo”, escribe Lehmann-Nitsche en el documento “Relevamiento antropológico de una india guayaquí”, publicado en 1908, en el que realiza un relato pormenorizado de todas las partes del cuerpo de Damiana. 

En ese mismo texto, el médico alemán agradece “la galantería del doctor Korn” que le permitió “tomar la fotografía que acompaña estas líneas”. La foto exhibe a Damiana de pie, completamente desnuda.

Fernando Pepe señala que “Lehmann-Nitsche cuenta que a Damiana la internaron en el ‘Melchor Romero’ por una ninfomanía, pero nosotros creemos que en realidad se trataba de una excusa para pasarla del encierro de la casa donde la tenían de sirvienta a una institución, donde iba a terminar muriendo, justo cuando termina su desarrollo y crecimiento”.

“Estaban esperando que se muriera para cortarle la cabeza”, coincide Roxana Aramburú, bióloga y doctora en Ciencias Naturales que trabaja desde hace más de 3 décadas en el Museo de La Plata.

“Todo ocurrió bajo la supervisión de Lehmann-Nitsche, que la seguía y quería dibujarla y tomarle medidas. Hay un trabajo científico en el que él dice que le cortaron mal la cabeza, que el serrucho rompió una parte del material que necesitaba para estudiarla”, explica a El Teclado.

En 2015 Roxana -también actriz y dramaturga- escribió junto a Patricia Suárez la obra “Damiana, una niña aché”, que narra un fragmento de la vida de la pequeña cautiva. La última función, que se realizó hace 10 días en la ciudad de Tandil, convocó a más de 400 espectadores

“Siempre me pareció que era una historia que merecía ser contada y no sólo a través del lenguaje científico o académico. Es una historia tremenda por donde se la mire, con muchos puntos de contacto con nuestro pasado más reciente, porque se trata de una niña apropiada”, destaca.


"Damiana, una niña aché". La obra volverá a presentarse en La Plata antes de fin de año. Foto de Federico Bongiorno.

Fernando Pepe no tiene dudas de que la violencia física era moneda corriente en la vida de Damiana. “En las fotos que le sacó Lehmann-Nitsche y que recuperamos gracias al dramaturgo Mauricio Kartun, se la ve desnuda, vejada, con un golpe en el rostro; son fotos que demuestran el abuso sobre la niña”, asegura.

Gracias a la intervención del equipo de GUIAS, los restos del cuerpo de Damiana fueron restituidos al pueblo Aché en junio de 2010 y enterrados –ya con el nombre de Kryygi- durante un ritual propio de su cultura. Como parte de un rompecabezas del horror, en 2011 la periodista alemana Heidemarie Boehmecke localizó la cabeza en el complejo hospitalario ‘La Charité’ de Berlín y, unos meses después, el cráneo también fue entregado a la comunidad Aché, también por intermedio de GUIAS.

Cuando el fundador del Colectivo encontró el esqueleto de Damiana en enero de 2007 no se habían superado todavía los 100 años de su fallecimiento, condición requerida por la legislación argentina para que los restos humanos sean considerados patrimonio arqueológico. 

“Me pasó con varios casos -relata Fernando-, por ejemplo con los restos de un guaraní y un wichí, asesinados en 1908 y 1921 respectivamente, que no tenían ni 100 años de muertos. No tendrían que haber estado expuestos en el Museo porque no eran restos arqueológicos; ni hablar en el momento de captura y muerte”.

Y explica: “En conclusión lo que encontramos en el Museo de La Plata fueron las pruebas materiales del genocidio sufrido por los pueblos originarios. Identificamos asesinados de los pueblos Selk´nam, Alakaluf y Yagan de Tierra del Fuego; Tehuelche y Mapuche en Santa Cruz, Chubut, La Pampa y Buenos Aires; Qom y Mocoiq de Santa fe y Chaco; Wichí y Guaraní de Jujuy, hasta una afroaraucana asesinada en Neuquén en 1888.

Fernando se refiere a los denominados “prisioneros de la ciencia”, miembros de pueblos originarios que vivieron en el Museo de La Plata a fines del siglo XIX y que, una vez muertos, fueron exhibidos en sus vitrinas.

“El perito Moreno se trajo un grupo de personas a vivir al Museo, como si fuesen cosas. Él decía que era por cuestiones humanitarias, pero tenía un interés concreto en esas personas porque eran sus objetos de estudio”, acota Roxana Aramburú, y afirma: “eso sólo lo podían hacer él y quienes tenían su poder”. 

Los hechos que ocurrieron entre fines del siglo XIX y principios del XX, y no hace 500 años, demuestran que la conquista es un proceso largo, complejo y extendido que no se encuentra ni cerca de culminar con las independencias de los países de América.

“A mí lo que me parece más impresionante es que ellos hicieron trabajos que se publicaron a principios del siglo XX en anales y distintas revistas científicas de la época, es decir que ellos mismos cuentan cómo hicieron todo”, sostiene la bióloga y dramaturga.

Fernando concluye que “el Museo era el custodio del patrimonio arqueológico pero tenía los cuerpos de mujeres y hombres que no eran siquiera patrimonio arqueológico”. “Eran víctimas de genocidio del siglo XIX”, remarca. [El Teclado].

En total, el Colectivo GUIAS acompañó en Argentina 22 restituciones de los pueblos originarios Nivaclé, Qom, Mocoiq, Colla Atacameño, Mapuche, Tehuelche, Selk´nam y Querandí, a saber: 10 con el Museo de La Plata, 1 con el Museo de Parques Nacionales ‘Francisco Pascasio Moreno’ de Bariloche, 1 con la Universidad de Buenos Aires y una decena más con instituciones provinciales de Buenos Aires, Catamarca, Chubut y Rio Negro.

“Del pueblo Aché de Paraguay está aún esperando su restitución la madre Damiana “Caibú”, quién fue asesinada en el momento de la masacre de su comunidad y rapto de la niña”, cuenta Fernando Pepe.





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