No es “una cosa entre chicos”, algo que “fortalece la personalidad” o “que pasó siempre”: el bullying es un problema grave que puede llevar a la depresión, los trastornos de ansiedad e incluso el suicidio a quienes lo padecen.
Sin
estadísticas oficiales ni políticas públicas concretas -y con la reiterada
banalización del término en los medios masivos de comunicación- el bullying u
hostigamiento escolar pareciera que es en nuestro país un problema menor.
Paola Zabala
es consultora psicológica y dirige la Comunidad Anti Bullying Argentina, una
asociación que busca proporcionar herramientas para
prevenir, detectar e intervenir oportunamente ante este tipo de situaciones.
Entrevistada
por El Teclado, Zabala aseguró que, en Argentina, “todavía nos hace falta
avanzar muchísimo”. En ese sentido, enumeró que “falta formar a los docentes y
a los alumnos y trabajar desde la prevención, que es la herramienta más fuerte
que tenemos”.
“Pero cuando
la prevención no es suficiente y tenemos un caso de bullying declarado -agregó-
hacen falta herramientas más concretas, como un protocolo de acción específico
para estos casos, que nos permita accionar de manera rápida para poner a la
víctima a salvaguarda”.
“Es un
problema de chicos del cual tenemos que ocuparnos los adultos”, remarcó Zabala.
- ¿Cuál es la
situación de nuestro país?
- Estamos
posicionados muy por detrás de los avances que han hecho algunos países como
Finlandia en el que, por ejemplo, el Ministerio de Educación se puso a
investigar cómo hacer para salir de este flagelo. En Argentina no tenemos datos
estadísticos oficiales, no hay políticas públicas y tampoco tenemos una Ley
específica. Seguimos viendo al bullying como algo que sucedió siempre, seguimos
escuchando que fortalece la personalidad, que te prepara para la vida y no
dimensionamos la gravedad de la problemática: el bullying tiene que ver con
deserción escolar, con depresión infantil, con trastornos de alimentación, con
las autolesiones y con el suicidio. Hay víctimas que se quitan la vida pero no
por deseos de morir, sino para terminar en forma rápida con un problema que les
causa mucho agobio y que no pueden solucionar.
- ¿Hay
estadísticas extraoficiales? ¿Cuáles son los datos?
- Los datos más certeros son los de UNESCO, que dicen que aproximadamente el 40% de los alumnos fue víctima de bullying. Sería muy importante saber dónde estamos parados en nuestro país, y no solamente en relación a la cantidad de denuncias, sino también para ver si esas denuncias llegaron a algún tipo de resolución, si la situación mejoró.
- ¿Qué sería
lo más urgente a realizar en este momento?
- Creo que
hace falta la formación de los docentes en la temática, que cuenten con
herramientas para abordarla en las aulas. Para trabajar sobre esto no se
requiere de muchos recursos económicos ni de una gran inversión. Sí hace falta
el compromiso de todos los adultos, los docentes, los padres y los alumnos.
Inclusive también de los medios de comunicación, que a veces difunden de manera
inadecuada esta clase de noticias, exponiendo a los chicos que son víctimas a
través de un video ‘blurreado’ -desenfocado- en el que de todas maneras muchos
saben de quién se trata. La herramienta más importante que tenemos para
combatir este flagelo es la información, pero para eso tenemos que
comprometernos y tomar dimensión de la gravedad del problema: que no es cosa de
chicos, que no es que no pasa nada. Es un problema de chicos del cual tenemos
que ocuparnos los adultos.
- ¿Qué es lo
que define al bullying? porque muchas veces se usa la palabra de manera
inadecuada…
- Sí, cuando
el término se empieza a aplicar a cualquier cosa va perdiendo fuerza, por eso
nosotros decimos: si todo es bullying, luego nada lo es. Es importante aplicar
el término correctamente porque de un diagnóstico correcto surge una
intervención adecuada. El bullying es un tipo específico de violencia que se
puede dar en la escuela o en otros ámbitos a los que los chicos concurren con
frecuencia, como puede ser un club, una colonia de vacaciones o una academia de
música. Se trata de una dinámica de hostigamiento de parte de un grupo de
chicos hacia otro en particular con la intencionalidad de dañarlo, someterlo y humillarlo.
Y siempre, siempre, es entre pares. O sea que si un docente es violento con un
alumno no es bullying, ni lo es si -por el contrario- un alumno es irrespetuoso
con un docente. Tampoco es bullying una pelea de igual a igual entre dos
pares.
- ¿Hay algún
perfil definido de acosador?
- Estaría mal que yo dijera que hay un perfil de acosado y un perfil de acosador; nosotros hablamos más bien de roles, porque los roles se intercambian. De hecho tuvimos la experiencia de un niño que en una institución escolar era víctima de bullying y, cuando lo cambiaron de escuela, se convirtió él en hostigador de sus compañeros. Sí podemos ver que hay algunas características que constituyen factores de riesgo y que pueden llegar a convertir en probable acosador o probable víctima a los niños y niñas. Por ejemplo, los acosados son en general chicos que tienen menos habilidades sociales, a quienes les cuesta relacionarse y que tienen pocos amigos. Y los hostigadores son niños o niñas con mayor cantidad de amigos, con una capacidad importante de liderazgo, a quienes les cuesta respetar los límites y la figura del adulto, con escasa capacidad de empatía y de ponerse en el lugar del otro.
- ¿Por qué
razones un niño, niña o adolescente se convierte en líder hostigador?
- A lo mejor
es un niño que encontró que la violencia es un recurso que le sirve para
conseguir lo que quiere de manera rápida y empezó a ejercitar ese tipo de
conducta. Hay que tener en cuenta que los chicos son personas en formación; tal
vez empezaron a practicar y encontraron que de esa manera podían obtener lo que
querían. Puede ocurrir que estos chicos y chicas no dimensionen la gravedad de
lo que están haciendo, por eso es tan importante el rol del adulto para
intervenir y reconvertir esa clase de situaciones. Que un chico sea hostigador
no implica que sea un delincuente, sino que a lo mejor hace falta que le
enseñen otras formas de relacionarse y de obtener lo que quiere sin necesidad
de recurrir a la violencia.
- ¿Qué pensás
de la representación mediática del bullying en novelas y series argentinas?
- En los
medios se representa en general un modelo estereotipado: la víctima por lo
general es una chica que tiene obesidad, que usa ortodoncia o que tiene alguna
discapacidad física. Y esto no necesariamente es así. Yo puedo ser obesa, ser
muy mala en los deportes, que me vaya mal en el colegio y eso no me convierte
necesariamente en víctima de bullying, todo depende de lo que suceda con el
grupo en general.