“Metételo,
tatuátelo, si hay triki triki hay bang bang. Si no pará, si no pirá, si no hay
triki triki, tomatelá”, suena la música y la voz del grupo de cumbia ‘Piola
Vago’. De fondo, toda la estética de un barrio de la periferia bonaerense,
jóvenes que bailan, varias caras conocidas de la radio y la televisión.
El spot –pegadizo,
recordable- fue realizado por el gobierno argentino junto a la fundación “Crear vale la pena” y se emitió por la TV abierta, el cable y la radio a fines de
2007 con el objetivo de promover el uso del preservativo entre los chicos y las
chicas.
“Creo que esa fue
la última campaña fuerte que hizo el Estado nacional”, reconoce Catalina Castillo, integrante de la Red Bonaerense de Personas Viviendo con VIH y
referente por Argentina del Movimiento de Mujeres Positivas.
“Después, hubo y
hay campañas de prevención realizadas por las organizaciones de la sociedad
civil en los diferentes territorios, pero a nivel de política pública no hay”,
asegura a El Teclado.
Según el último
boletín epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación, en Argentina la
edad media de diagnóstico de VIH es de 32 años para varones cis y de 35 para
mujeres cis; de 30 para mujeres trans y de 34 para varones trans.
“Nosotros creemos
que se necesita ampliar las campañas de prevención a nivel nacional, provincial
y local y que tienen que estar dirigidas a todas las personas, de todas las
franjas etarias, no sólo a los jóvenes. Los adultos mayores también tienen
relaciones sexuales”, remarca Catalina, que además coordina el Centro de
Promoción, Prevención y Testeo Rápido de VIH e ITS del municipio de Merlo.
Y sostiene que “el 98% de las personas que hoy se están infectando con el virus del VIH lo hacen a través de relaciones sexuales sin protección”.
El jueves pasado,
en el marco del Día Mundial del VIH, el Gobierno nacional reglamentó la Ley 27.675 de Respuesta Integral al VIH, hepatitis virales, otras infecciones de transmisión sexual -ITS- y tuberculosis -TBC-, que había sido sancionada en junio de este
año.
La norma actualiza
la legislación en la materia -la anterior es de agosto de 1990- y significa un
cambio de paradigma: contempla la realización de campañas para la prevención y
detección de la infección, incorpora un enfoque de géneros y de derechos
humanos e incluye prestaciones de seguridad social para quienes se encuentren
en situación de vulnerabilidad social.
Catalina considera
que “lo principal de esta Ley es que es inclusiva, que habla de la salud
integral y que no sólo contempla al VIH sino también a las hepatitis virales,
tuberculosis y otras infecciones de transmisión sexual”.
“La Ley amplía
derechos en todo sentido -agrega-. En uno de los artículos sostiene que las
mujeres y cuerpos gestantes deberán recibir información adecuada en su período
de embarazo y parto e información sobre todas las prácticas que se realicen
sobre sus hijos o hijas”.
La reciente
legislación establece además la posibilidad de acceder a una jubilación
anticipada a aquellas personas de 50 años que viven con VIH desde hace 10 años
y que cuentan con al menos 20 de aportes y otorga una pensión no contributiva
de carácter vitalicio para quienes se encuentren en situación de vulnerabilidad
social.
Por otra parte, “se
prohíbe la oferta y la realización de la prueba diagnóstica de VIH, hepatitis
virales y otras ITS en los exámenes médicos preocupacionales, como así también
durante el transcurso y como parte de la relación laboral”.
“Esos test están prohibidos
desde la Ley de los ‘90, pero es muy alto todavía el estigma y la
discriminación laboral hacia la persona viviendo con VIH”, dice Catalina.
“Pasaron 40 años desde el inicio del VIH, pero en Argentina estas cosas siguen
sucediendo”, asegura y ejemplifica que “se han pedido este tipo de test a
aspirantes a bomberos voluntarios”.
“Creo que, más que
el miedo a la transmisión del virus, esto tiene que ver con el tema del
ausentismo laboral; hay una idea de que la persona se va a enfermar todo el
tiempo”, piensa, y refuta: “Y la verdad es que no es así. Una persona que vive
con el virus está apta psicológica y físicamente para ejercer cualquier tipo de
trabajo”.
Según el último
reporte oficial, en Argentina hay actualmente 140.800 personas viviendo con VIH
y el 13% desconoce su diagnóstico.
Cada año, un promedio de 5.300 personas se notifican con el virus. Entre 2019 y 2021, los nuevos diagnósticos se registraron, en un 69,4%, en varones cis; en un 29,3% en mujeres cis y, en un 1,2%, en personas trans.
¿Cuál es la
diferencia entre VIH y SIDA? Durante décadas se los utilizó como sinónimos.
La Fundación Huésped explica que “el VIH es el virus que afecta al sistema de defensas del
organismo, el cual, una vez debilitado por el VIH, permite la aparición de
enfermedades. Esta etapa más avanzada es la que se denomina sida”.
“El período de
tiempo que tarda el VIH en convertirse en sida varía de persona a persona y
depende en gran medida de que tome o no medicación”, comunica la organización,
y añade: “generalmente, las personas a las que se les están administrando
tratamientos con drogas adecuadas y que toman correctamente los medicamentos,
evitan la progresión a desarrollar enfermedades. Sin tratamiento, el período de
tiempo en general es de 8 a 10 años”.
Catalina observa
que “en 40 años mejoraron muchísimo los tratamientos: gracias a los grandes
avances científicos, se pasó de tomar 40 pastillas -el viejo ‘cóctel’- a tomar 1
por día en la mayoría de los casos. Y con efectos secundarios mucho menores que
los de antes”.
“También se ha
comprobado el I = I, que quiere decir: indetectable intransmisible. Si una
persona que vive con el virus realiza el tratamiento y logra tener una carga
viral indetectable por 6 meses, no transmite el VIH mediante las relaciones
sexuales sin protección”, explica la referente bonaerense.
Por último, se
refiere a una posibilidad que ya lleva varios años: la de ser madre sin
transmitir el virus al bebé. Esto, siempre y cuando la persona embarazada siga,
a tiempo, el procedimiento médico adecuado.
“Hay un tratamiento de profilaxis que evita que el bebé contraiga el virus durante la gestación y el parto”, cuenta Catalina, aunque -agrega-“todavía hay un 3 ó 4% de mujeres que sí lo transmiten porque llegan tarde al estudio prenatal o se contagian durante el puerperio”. [El Teclado].
En la actualidad,
65.500 personas reciben tratamiento antirretroviral en el sistema público de
salud argentino.