En el siglo XXI, la
igualdad de género en el acceso a los puestos de poder continúa siendo una
quimera. En Argentina se intenta cumplir con la Ley de Paridad en materia
legislativa -algo que no se termina de lograr- pero los cargos de mayor
decisión, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Judicial, continúan estando en
manos de los varones.
La provincia de Buenos
Aires es un claro ejemplo. Pese a algunas intenciones -la creación de un
Ministerio de las Mujeres, la Vicegobernación y Presidencia del Senado a cargo
de Verónica Magario- el Ejecutivo que conduce Axel Kicillof sigue teniendo una
conducción mayoritariamente masculina: de 15 ministerios -sin contar la
Jefatura de Gabinete, bajo el mando de Martín Insaurralde- sólo 4 están
encabezados por mujeres; de los restantes 10 puestos de decisión -como la
Asesoría General de Gobierno o la Tesorería General de la Provincia- únicamente
1 tiene al frente a una mujer y el 60% de las Subsecretarías están lideradas
por hombres.
La situación no es muy
distinta a la de hace una década. En 2012, el gabinete que en ese entonces
dirigía Daniel Scioli contaba con 10 ministerios, de los cuales 2 estaban
conducidos por mujeres.
A nivel nacional el
panorama es aún más desalentador: hoy el gabinete de Alberto Fernández tiene 18
ministerios y sólo 4 ministras.
“En el Ejecutivo y en
la máxima jerarquía del Poder Judicial (la Suprema Corte de Justicia), donde
los mecanismos para las designaciones son eminentemente políticos, es donde
queda claro que lo que falta es la convicción de que la democracia y sus
instituciones son mejores cuando permiten la participación y representación de
intereses plurales, diversos, con trayectorias y experiencias de vida más
ricas”, analiza a El Teclado Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).
“No se trata de un problema de falta de mujeres”, sostiene la abogada y docente universitaria. “Hay muchas mujeres con la formación, la trayectoria, los años de militancia y de trabajo necesarios para ocupar distintos puestos y trabajar con solvencia, profesionalidad y compromiso”, agrega.
“Se trata -reconoce- de
comprometerse de manera más contundente con el tipo de democracia que queremos
construir, con los vínculos que queremos promover y el ejemplo que queremos
mostrar en el ejercicio del poder”.
El Equipo
Latinoamericano creó la plataforma Mujeres en el Poder, que monitorea la participación femenina
en espacios de decisión y realizó, entre otros, el informe "Sexo y Poder: ¿quién manda en Argentina?".
“Los datos muestran con claridad el efecto de las estructuras de discriminación y exclusión, que todavía están muy presentes a pesar de las leyes para avanzar en paridad en espacios legislativos”, destaca Gherardi.
Y si bien es cierto
que la participación de las mujeres en la Legislatura provincial se incrementó
en la última década, para eso tuvo que aprobarse una Ley -la 14.848- que obliga
a “una equivalencia del 50% del sexo femenino y otro 50% del sexo masculino” en
las listas de candidatos/as “para los cargos de cuerpos colegiados en todas las
categorías”.
Esa norma fue sancionada
en octubre de 2016 y un año después el Congreso de la Nación aprobó la Ley
27.412, que establece los mismos parámetros, pero a nivel nacional e incluye a
parlamentarios/as del Mercosur.
En la actualidad, la
Legislatura bonaerense cuenta con 43 diputadas y 20 senadoras, un porcentaje
mayor que en 2012 -cuando las mujeres sólo constituían el 28,3% de la Cámara
Baja y el 30,4% de la Alta-, pero así y todo siguen faltando: para lograr la
tan mentada paridad, deberían ser 46 diputadas y 23 senadoras.
Gherardi explica que
“no resulta tan claro que llegar a los espacios de poder necesariamente quiera
decir lograr el ejercicio pleno del poder”. Y ejemplifica: “las mujeres son
(casi) la mitad de las diputadas y senadoras pero es excepcional que presidan el
cuerpo, que lideren los bloques partidarios, que estén en las reuniones donde
se toman las decisiones estratégicas”.
“No es que no existan esos casos (de mujeres en esos lugares) pero siguen siendo la excepción antes que la regla”, remarca la abogada.
La norma bonaerense alcanza
a los Concejos Deliberantes y Consejos Escolares. Gracias a la Ley de paridad,
se modificó a favor de las mujeres la proporción de ediles: en 2012 había un
30,8% de concejalas distribuidas en los 135 distritos de la Provincia; en 2021
ingresó un 47,9%.
Quizá el único ámbito
en el que históricamente se registre una amplia participación femenina sea la
educación, un espacio altamente feminizado. De acuerdo a datos publicados en
2012 por el Observatorio Social Legislativo (OSL) de la Provincia, en ese
momento eran mujeres el 60,1% de quienes integraban los Consejos
Escolares.
Por su idiosincrasia,
el Poder Judicial constituye un lugar en el que la presencia de mujeres con
perspectiva de género resulta imprescindible.
En lo referido a su
composición actual, se evidencia que de los 5 miembros que tiene la Suprema Corte de Justicia -incluyendo al Procurador General- 4 son hombres y 1 es mujer.
Según las cifras
recolectadas en el Sistema de Indicadores con Perspectiva de Género (SIPG), en
la provincia de Buenos Aires, las magistradas sólo son el 38,9%. Esto significa
que únicamente una minoría de mujeres participa de la toma de decisiones clave
para la población, en causas como femicidios, abusos sexuales, violaciones y
lesiones graves, entre otras.
La presencia femenina
se incrementa a medida que se desciende del escalafón; por ejemplo, las
funcionarias y las trabajadoras administrativas representan alrededor del 60%
del plantel en esas categorías.
Débora Bertone,
trabajadora judicial perteneciente a Alternativa Judicial - MST y ex secretaria
de Género de la Asociación Judicial Bonaerense (AJB), sostiene que “en general
las mujeres que llegan a cargos altos, lo hacen a los de menor jerarquía, como
las Secretarías, en las cuales se desarrolla un rol -subalterno y de
asistencia- que social e históricamente se asocia más a la mujer”.
“Hay una distribución
que tiene que ver con la división sexual del trabajo. Por ejemplo, hay muchas
juezas de Familia pero en el fuero Penal predominan los varones”, acota ante la consulta de El Teclado.
En este tramo, Bertone
analiza que “igual no alcanza solo con romper el ‘techo de cristal’; tienen que
llegar mujeres con perspectiva de género. Que las mujeres lleguen a los puestos
de poder no asegura por sí solo que el Poder Judicial tenga perspectiva de
género o que haya igualdad”.
Bertone refiere en
otro sentido que “hay un problema más de fondo que tiene que ver con otras
desigualdades que ocurren dentro del Poder Judicial como el acoso sexual y
laboral, que le sucede mayormente a las compañeras trabajadoras administrativas
o de los servicios. Son situaciones que cuesta denunciar porque el propio
sistema no asegura las condiciones para eso. Y, generalmente, después son las
mismas compañeras las que terminan relegadas o yéndose de su lugar de trabajo
para evitar el abuso y el maltrato”.
“Creo que uno de los
mayores problemas es que los jueces se designan a dedo, por medio de acuerdos
políticos, y no de manera democrática, con participación popular. Llegan con
banca del poder político y económico, tienen poder e impunidad para hacer lo
que quieren”, dice la ex secretaria de Género del gremio judicial.
Y concluye que “tiene que haber una transformación mucho más profunda, que toque privilegios y que no sea un ‘maquillaje’, que modifique el sistema de designación de magistrados y el sistema de ingresos, que también es a dedo porque hoy entra la persona que tiene un contacto”. [El Teclado].