En 2009, cuando a los 41 años le diagnosticaron cáncer
de mamas, Paula Estrada supo enseguida que superaría la enfermedad. Pero cuando
el médico le indicó el tratamiento y le comentó sobre los posibles efectos
secundarios de la quimioterapia, un nuevo y desconocido miedo se instaló en su
vida: Paula sintió terror de perder el pelo.
“Yo amo mi pelo, lo tengo por la cintura y me propuse
inventar algo. El oncólogo me decía lo que te dicen todos los médicos: que lo
más importante es la salud. Y yo estoy de acuerdo, pero soy muy cabeza dura y
si se podía hacer algo, lo iba a hacer”, cuenta Paula a El Teclado.
“Tenía una semana antes de empezar el tratamiento así
que, a contrarreloj, empecé a buscar en Internet cómo prevenir la caída del
pelo durante la quimioterapia”, asegura.
“Lo único que encontré -continúa- fue un estudio que
se había hecho hacía unos años con cobayos en Holanda, por otro tema, en el que
se veía que cuando los animales quedaban en contacto con el frío no perdían el
pelo de ese lado del cuerpo”.
Segura de que eso “tendría que ver con lo mío”, probó
primero con bolsas de rolitos en la cabeza pero el hielo se derretía muy
rápido, el agua le chorreaba y obviamente no llegaba a congelar el bulbo
piloso.
“Mi hermano me sugirió entonces intentar con los geles
que él usa cuando juega al fútbol. Así que 4 días antes de empezar el
tratamiento me armé el casco. El día del inicio me llevé la cantidad de cascos
necesarios para las 3 horas que iba a durar la sesión”, recuerda Paula.
“Cuando luego de 2 quimios fui al control, mi médico
se sorprendió de que siguiera con pelo, no lo podía creer -agrega-. Luego él
mismo me ayudó a difundir el método entre sus pacientes”.
Paula nació en City Bell pero vive en Vicente López.
Es diseñadora en Comunicación Visual de la UNLP, Coach Ejecutivo y Speaker
Trainer.
Después de su proceso de recuperación creó ‘Quimio con pelo’ -“una red de amor”, como ella la llama- para difundir el sistema y acercar los cascos a quien los necesite pero también para generar un espacio de diálogo, intercambio y contención entre personas que están realizando un tratamiento contra el cáncer.
En la actualidad hay grupos de la red distribuidos por
toda la Argentina y en otros 7 países de América y de Europa.
“Somos cerca de 85 mil personas en todo el mundo usando los cascos”, cuenta
Paula. “Es hermoso; las personas ayudan a otras que están en la misma
situación. Siento que estamos compartiendo entre pares ese momento de
incertidumbre, angustia y miedo que conlleva el diagnóstico”, añade.
Por si fuera poco, aclara que “todo esto es absolutamente
gratuito. Nos pasamos los cascos entre nosotros”.
“Acá no se lucra con esto, cuando ayudo a alguien lo
único que le pido es que luego ayude a, por lo menos, otra persona más. La idea
es que done los geles a quien los esté necesitando”, remarca.
“Algo que aclaro siempre es que el método es súper efectivo si lo hacés bien y desde la primera sesión”.
Paula Estrada, creadora de "Quimio con pelo".
Evangelina Pirez y Camila Taño viven en San José de
Mayo, Uruguay. Se conocieron en 2016 en un voluntariado, poco después de que
Camila empezó el tratamiento con quimioterapia por un linfoma de Hodgkin.
En ese momento, Camila desconocía la existencia de
este método y perdió el pelo, pero cuando supo del proyecto argentino a través
de las redes sociales, se lo contó a Evangelina y decidieron replicarlo en Uruguay.
“Lo que hacemos nosotras es confeccionar cascos y
prestarlos”, explica Evangelina y amplía que “la materia prima que usamos para
armarlos es donada. Muchas veces nos donan las bolsitas de gel o nos depositan
en la cuenta y con ese dinero nosotras las compramos”.
“El requisito fundamental que tenemos para prestarlos
-sigue- es la autorización del oncólogo. Esto se debe a que hay quimios en las
que no te dejan estar en contacto con nada frío, entonces estos cascos no se
podrían usar”.
“El uso de los cascos es totalmente gratis, nosotras
cubrimos hasta los costos de envío”, sostiene, y destaca que “hasta el día de
hoy, más de 500 personas han usado los cascos en nuestro país”.
“En Argentina tenemos la red súper armada”, señala por
su parte Paula Estrada. “Hay 2 fábricas de geles que siempre nos mandan insumos
para las provincias que más lo necesitan. También tienen un precio especial
para las chicas de ‘Quimio con pelo’ o los envían a domicilio”, agrega.
Lisette Veloso (42) es de Valparaíso, Chile. El año
pasado le diagnosticaron cáncer de mamas. Las 16 sesiones de quimioterapia
recetadas -4 con fármacos muy fuertes- podrían haber acabado con el cabello de
Lisette.
“Yo me tomé esta situación como una prueba del destino
y siempre pensé que iba a salir airosa, pero perder el pelo era lo que más me
preocupaba”, cuenta Lisette a El Teclado.
“Empecé entonces a buscar información hasta que di con
los cascos fríos que hace Paula y me contacté con varias chicas de ‘Quimio Con
Pelo’ en Argentina a quienes les estoy muy agradecida”, afirma.
Lisette considera que “los resultados fueron muy
buenos: mi cabello se adelgazó y perdí volumen, pero debo haber mantenido el
40% de mi pelo tras 16 quimioterapias, cuando se suponía que ya en la segunda
sesión me iba a quedar prácticamente calva”.
Para Lisette es muy importante sentirse a gusto con su
aspecto físico para resguardar además un buen estado psíquico y emocional: “No lo
digo solamente por un tema estético, sino por un tema social”, dice.
“Cuando la gente te ve sin pelo te pregunta, se
preocupa; hay personas que opinan para bien y otras que se desubican”, comenta.
Y señala: “Yo siempre fui muy cuidadosa de mi intimidad, entonces para mí era
fundamental mantener el pelo para evitar esas situaciones y poder realmente
seleccionar a quienes yo quería contarles que, de hecho, fueron contados con
los dedos de la mano”.
Paula aporta que “cuando no perdés el pelo, el cáncer
deja de ser visible para los demás. Dejás de sentirte mirada, y eso te
fortalece”.
“En Argentina tenemos la red súper armada. Hay 2 fábricas de geles que siempre nos mandan insumos para las provincias que más lo necesitan. También tienen un precio especial para las chicas de ‘Quimio con pelo’ o los envían a domicilio”.
Paula Estrada.
La creadora de los cascos explica que para el armado
se necesitan 5 geles -3 largos y 2 cuadrados- que se unen entre sí con cinta de
embalar. Los geles se colocan en forma de cruz sobre la cabeza y luego se
guardan en el freezer, a - 20º C.
Se pueden usar los mismos cascos durante todas las
sesiones pero hay que tener mucho cuidado al transportarlos. Para eso se
recomienda llevarlos en una heladera portátil con bastante hielo.
“Algo que aclaro siempre es que el método es súper
efectivo si lo hacés bien y desde la primera sesión. Hay que recibir la
medicación con el folículo ya congelado, porque una vez que la medicación llega
al pelo, ese pelo se cae. Por eso hay que usar el casco media hora antes de
iniciar el tratamiento”, asegura Paula y remarca que “esos 30 minutos previos
son fundamentales para evitar la caída del cabello”.
“Luego, durante el tiempo que dura la quimioterapia
hay que cambiar el casco cada media hora y, como la medicación queda dando
vueltas por el cuerpo, hay que usar 2 casos más después de cada sesión,
mientras te hacen el lavado de la vena, hasta hacer pis y liberar toda la
medicación”.
En algunas clínicas y hospitales del país y el resto
del mundo ya hay máquinas que cuentan con el sistema de enfriado capilar para
frenar la caída del cabello durante los tratamientos contra el cáncer.
Un ejemplo es la Clínica Pueyrredon de Mar del Plata, cuyo Servicio de Oncología ofrece las denominadas “gorras de refrigeración capilar”. Pero hay que aclarar que en estos casos, el acceso al método queda sujeto a las reglas y condiciones que impone la medicina privada.
En el caso de ‘Quimio con pelo’, “es todo casero, a
los cascos lo arma cualquiera en su casa con los geles y al que no puede lo
ayudamos, ya sea con asesoramiento o con insumos”, dice Paula.
Para terminar, esta mujer inquieta y optimista por definición resalta
que “el cáncer tiene muy mala prensa pero hoy se puede convivir con el cáncer. Desde 2018 sigo en tratamiento por el hígado y los huesos, tengo
quimioterapias todo el tiempo y hago una vida súper normal”.
“Hay mucha esperanza con respecto a lo que la tecnología y la ciencia avanzan en los tratamientos oncológicos”, cierra. [El Teclado].