Fotos y videos que
aparecen décadas después, imágenes y sonidos que tal vez se creían perdidos
pero que traen recuerdos, sensibilizan y los llevan por un ratito al pasado.
Entre esas memorias
pero también en las calles, las plazas, las escuelas y los clubes viven y
trabajan los hijos e hijas de veteranos de guerra que conforman Generación
Malvinas, un colectivo de familiares de ex combatientes de distintas regiones
del país que está tomando la posta de sus padres en la tarea de mantener viva
la memoria en torno a la guerra de Malvinas.
“Apoyamos a los
veteranos en sus actividades y no hacemos nada sin su consentimiento. Al mismo
tiempo nos educamos a nosotros mismos para que, cuando ellos ya no estén,
podamos informar a las futuras generaciones sobre lo que nuestros padres
vivieron”, explica a El Teclado Juan Ramón González (51) -“Trapo”-,
representante de La Rioja y uno de los fundadores de la agrupación a nivel
nacional.
“El objetivo es
tratar de contar historias y no historietas: qué vivieron y qué sintieron ellos,
y qué vivimos las familias también”, agrega.
En 1982, los
González vivían en Comodoro Rivadavia, Chubut, en un barrio pegado al
Aeropuerto, “un lugar estratégico en el conflicto bélico, donde se hacía el
puente aéreo para Malvinas”, recuerda “Trapo”.
Su padre -que
también se llamaba Juan Ramón- tenía entre sus responsabilidades la carga y
descarga de todo tipo de material (bélico, de comida, de ropa) entre Comodoro y
las Islas.
“Él iba a los
diferentes puestos de combate y entregaba lo que llevaba según las necesidades
y las posibilidades”, señala Juan Ramón y destaca que su papá -fallecido en
diciembre de 2019- lloraba de la frustración por “no haber podido dar más
porque no contaban con los medios para hacerlo”.
A nivel nacional
Generación Malvinas comenzó a existir oficialmente en 2018 pero hay
agrupaciones regionales que la conforman que surgieron varios años antes, como
la de Río Grande, en la provincia de Tierra del Fuego, que tiene más de 15
años.
Vanesa Campos (46)
es, junto a su hijo, una de sus integrantes. Tenía 5 años cuando en marzo de
1982 su padre José Luis fue a las islas Georgias del Sur. “Mi papá hacía abastecimiento
en las bases antárticas desde la embarcación Bahía Paraíso”, cuenta Vanesa a El
Teclado.
“Durante toda la
guerra no tuvo comunicación con la familia, no sabíamos dónde y cómo estaba, ni
siquiera sabíamos si estaba vivo”, relata.
El grupo que integraba
su padre estaba bajo el mando del entonces teniente Alfredo Astiz, condenado a
prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última
dictadura cívico-militar.
Los recuerdos de
Vanesa son vívidos pero aparecen como pantallazos. “Yo estaba en primer grado,
me acuerdo de que un día se cantó el himno por las Malvinas; también que la
maestra nos pedía que juntáramos alfajores, chocolates y ropa de abrigo para
mandar a los soldados”, sostiene.
Vanesa se acuerda además
de “las madrugadas en que mi mamá se quedaba en la cocina junto a su madre, mi
nona, escuchando la radio para ver si podían tener alguna noticia”.
Sobre los
recordatorios de la guerra contra Gran Bretaña, Vanesa explica que “en Río
Grande el trabajo fuerte se da a partir de febrero, cuando los veteranos
empiezan a armar el cronograma para la conmemoración. Al ser Capital Nacionalde la Vigilia desde 2013, en Río Grande se arma una carpa por la que pasan
miles de personas, entre ellos alumnos de todos los niveles educativos; hay
muestras de fotos, charlas y se proyectan videos”.
Hoy su padre tiene
71 años, vive en Córdoba y viaja cada año a Río Grande para participar de la
vigilia. “El reencuentro con sus compañeros es muy emotivo, de solo verlos se
te eriza la piel”, asegura Vanesa.
Yésica Duhau (36)
forma parte de Generación Malvinas Olavarría e integra la comisión nacional de
la organización. Es hija de Haroldo Duhau -“Josi”-, cabo II de la Compañía de
Anfibios.
Como la mayoría de
los miembros de Generación, Yésica empezó acompañando a su padre desde muy
chica en cada acto y presentación pública que se hacía en la ciudad.
“Esto no es nada
nuevo, nosotros -tiene un hermano- siempre acompañamos a papá. La causa de
Malvinas es parte importante de nuestra historia. A mi siempre me despertó
muchísimo interés y respeto. Siento mucho amor y orgullo por mi viejo”, dice
Yésica ante la consulta de El Teclado.
“Él tuvo la misión
de colocar campos minados -detalla- y, una vez terminada la guerra, se quedó
prisionero durante un mes más para la remoción de las minas. En mi familia se
cuenta que todos sus compañeros volvían al continente y que él no, así que
estuvieron un mes yendo a la terminal para ver si llegaba en el micro”.
El objetivo
principal de este colectivo es visibilizar y concientizar sobre lo sucedido y
que la historia de Malvinas no caiga en el olvido. En definitiva, “malvinizar”,
como le llaman los miembros de Generación.
Las actividades que
llevan adelante son variadas y exceden la mera participación en actos
conmemorativos: van desde la concurrencia a escuelas y jardines de infantes
para contar a los alumnos sobre la guerra, sus causas y consecuencias -siempre
con contenido adaptado a la edad- hasta la realización de eventos deportivos
como una maratón en nombre de la gesta de Malvinas.
Yesica, por
ejemplo, se pone cada año su traje de estatua viviente -se hace llamar
“Soberana”- y les cuenta la historia a niños y niñas del nivel inicial con
islas de goma espuma.
“Para los más chiquitos organizamos concursos de arte y para los adolescentes un celumetraje -concurso con celulares-, donde pueden contar en pocos segundos qué es lo saben de la causa de Malvinas”, explica.
Contra los relatos
estereotipados que abundan sobre el conflicto bélico que se desarrolló entre el
2 de abril y el 14 de junio de 1982, Juan Ramón González apunta a que la
historia oficial incluya materiales sobre soberanía nacional, que cuente las
trayectorias diversas -en tierra, agua o aire- de quienes fueron los
protagonistas de la gesta y cuáles fueron las razones geopolíticas que
condujeron a la guerra.
En definitiva, que
la narrativa no se quede en la enumeración de la cantidad de soldados muertos y
heridos.
“Hay mucho
desconocimiento; cuando pedís en una institución educativa que hagan un dibujo
de Malvinas, los chicos dibujan granaderos o soldaditos antiguos”, señala Juan
Ramón.
El referente de Generación La Rioja considera que “así como estudiamos la historia de Egipto o de la Revolución Cubana, creo que Educación de la Nación debería incluir en la currícula una materia que cuente la historia de Malvinas”.
Gracias al avance
tecnológico que permite recuperar y difundir archivos de hace más de 4 décadas,
los ex combatientes y sus familiares todavía se encuentran cada tanto con algún
material inédito de aquella época.
Es así como una
foto, un video o una simple grabación de audio pueden tocar la fibra más
íntima, sacudir la memoria y hacer regresar, por un ratito, al pasado.
“30 años después de
la guerra, mi padre encontró una foto suya en un video de homenaje a los
veteranos. Estaba con otros compañeros en un avión que iba a Malvinas. Esa
imagen tiene un valor muy grande a nivel familiar”, dice Juan Ramón.
Vanesa Campos
cuenta que hace poco encontró en la web una foto de la guerra en la que aparece
su papá, una imagen que ni él sabía que existía. Buscando en Internet dio además
con un video del momento del izamiento de la bandera argentina en Puerto Leith,
en Georgias del Sur, en marzo de 1982.
“Mi papá me contaba
que ese día cantaban el himno como si fuera la última vez. Siempre había visto
el video sin sonido, pero el año pasado un señor me lo mandó, lo había
encontrado en un documental británico, donde se escucha el audio. Para mí eso
es impresionante”, recalca Vanesa.
Ya sea elaborar el
duelo, homenajear a los ex combatientes que murieron -fueron 649 argentinos en
combate- o simplemente reconocer el territorio por el que se transitó, la fantasía
de volver a las Islas es recurrente entre veteranos y sus familiares.
“Mi sueño es
conocer Malvinas junto a mi papá”, sostiene Yésica Duhau. Él volvió en 2008 por
una gestión del entonces intendente de Olavarría, José Eseverri.
“Muchos necesitan
volver para hacer una especie de cierre”, asegura.
Vanesa cree que su padre, en cambio, “no está preparado” aún para hacerlo.
Los y las
integrantes de Generación coinciden en que su labor es fundamental para que la
historia del conflicto bélico y sus protagonistas no caigan en el olvido. Y destacan
que la lucha no terminó con la rendición de las tropas argentinas el 14 de
junio sino que debe continuarse, obviamente que por otros medios.
“Creo que hoy
tenemos que seguir peleando en la causa de Malvinas, sin armas; con la voz y
con las letras”, dice Juan Ramón.
Y concluye
compartiendo un recuerdo valioso: “Julio Ezequiel Cepeda, veterano del Crucero
General Belgrano, me dijo: el día que muera el último veterano de guerra, se
quemará la última hoja de la historia viva de la guerra de Malvinas”.
Por eso -insiste- es fundamental tomar la posta que dejó su padre y continuar con su legado. [El Teclado].
El año pasado,
cuando se cumplieron 40 años de la guerra, Yésica Duhau (Olavarría), Vanesa
Campos (Río Grande) y Jorge Arce (Jujuy) idearon el proyecto Tierra Mía.
La iniciativa que
se concretó gracias al aporte de centros de Veteranos de Guerra de todo el país
tuvo como objetivo la recolección de tierra de cada provincia argentina que
será enviada en distintos cofres al Cementerio de Darwin -donde están
sepultados los restos de los soldados argentinos muertos en la guerra- el día
que se pueda ingresar a las Islas sin pasaporte.
Hasta ese momento,
la tierra que se planea esparcir permanecerá a resguardo en el Museo de
Veteranos de Río Grande.