Villa Epecuén está de duelo. El intendente de Adolfo Alsina, Javier Andrés, anunció a través de las redes sociales, el fallecimiento de Pablo Novak, quien fuera hasta hace un tiempo, el único y último habitante de la villa turística que quedara bajo el agua durante más de treinta años.
"Hoy es un día para decir adiós, aunque no sé si a las leyendas se las despide. Don Pablo Novak, así: sonriente, entusiasta, siempre dispuesto a largas charlas y relatos de anécdotas quiero recordarte", expresó el jefe comunal de la UCR.
"Así: recorriendo Epecuén en tu bicicleta, leyendo el diario en una esquina de las ruinas, compartiendo como guía tus experiencias con los turistas y los periodistas de todos lados que preguntaban por El Último Habitante de Epecuén. Así todos vamos a recordarte", añadió.
Y completó: "Para decir ¡Gracias Don Pablo! Descansa, que nosotros cuidaremos tu legado aunque nunca será lo mismo".
Una reciente nota de Página 12, de octubre pasado, señalaba: "Pablo Novak es célebre en el mundo como “el último habitante de Epecuén”: 22 millones lo escucharon entrevistado por el youtuber mexicano Luisito Comunica. Otros 16 millones lo vieron en un video deportivo de Red Bull, donde él pedalea relajado entre las ruinas de la ciudad tragada por las aguas en 1985 y regurgitada 30 años después, convertida en una Pompeya bonaerense".
"Algunos millones más lo conocieron en un documental de la BBC y han venido a filmarlo desde Chile, Holanda, EE.UU., Francia, República Checa, Alemania, Japón, Italia y Rusia: “todos vienen a verme con traductor; me han hecho películas de todos lados” cuenta don Pablo a sus memoriosos 93 años, mientras alimenta con leña su cocina económica que lo calefacciona y le calienta el "agua llovida" cuando se baña con un fuentón en su rancho de campo a 250 metros de un pueblo que, si uno lo mira desde un avión, ve lo mismo que en las fotos de Hiroshima bombardeada pero a color", suma la nota.
La primera entrevista se la hizo el diario La Nueva Provincia en 2007: “se llamaba ´El pueblo de Pablo´, por ser el único habitante. Y me gustó salir en el diario, me emocionó. ¡Hasta en la porno de Buenos Aires he salido! –decía Pablo jocoso y se levantaba de la silla con esfuerzo, toma el bastón y camina lento y chueco hasta la mesa. Revisa un poco y vuelve con la revista Maxim y su entrevista.
Y agrega: “Todos los fines de semana viene gente a conocer Epecuén y a mí; a mí me gusta, por eso estoy acá; sino estaría con la familia en Carhue; me gusta que vengan a verme. Estoy en este lugar simplemente porque me hace feliz”.
Novak tenía diez hijos, veinticinco nietos y nueve bisnietos. Llevaba 33 años viviendo solo en distintos ranchos, mientras se iba moviendo con sus chivos y vacas por estos campos mezquinos, casi en la entrada a la Patagonia junto a las ruinas de un apocalipsis. Era un hombre solitario pero alegre.
En 1985 la inundación lo corrió de su campito junto al célebre Matadero del arquitecto Francisco Salamone. En 1990 se instaló en una casita semi abandonada que se salvó de las aguas del lago por unos metros.
A sus 90 años, Don Pablo aun pedaleaba en la bicicleta oxidada que tiene contra la pared. Pero se cayó rompiéndose la cadera: solo así pudieron sacarlo del campo, donde ya no tenía vacas propias (las que quedan las cuida su hijo).
Hasta el accidente, pedaleaba todos los días hasta las ruinas de Epecuén, a leer y charlar con la gente: necesitaba socializar. Contar su vida y la historia del pueblo donde fue al colegio, creció y trabajó, lo llenaba de vida y no de nostalgia: “a Epecuén lo vi nacer y morir; sin bicicleta ya no puedo ir; pero los turistas vienen a mi casa y los recibo a todos”, comentaba en la antes citada entrevista.
VILLA EPECUEN
Situada a 7,3 km de la ciudad de Carhué, Villa Epecuén fue fundada en 1921 a orillas del lago del mismo nombre, y llegó a tener cerca de 1.500 habitantes, siendo visitada por un promedio de 25 mil turistas durante el verano.
En 1985 una inundación provocada por una crecida del lago sumergió al pueblo completamente bajo el agua, obligando que se evacuara casi toda su población. Posteriormente en los últimos años el agua comenzó a retirarse, dejando a la vista las ruinas de la ciudad, que se han convertido por sí mismas en un atractivo turístico.
La repentina destrucción de la ciudad, junto con sus ruinas, despertaron el interés de periodistas, antropólogos, fotógrafos y deportistas.