Santa Regina tiene quién le escriba, pero se quedó sin un lugar que reciba las cartas
*Por Celina Fabregues
La localidad del norte del partido de General Villegas se quedó sin oficina de correo. La noticia corrió rápidamente en la mañana entre sus habitantes, que sintieron una nueva pérdida.
Mientras el mundo evoluciona rápidamente y la tecnología avanza a pasos agigantados, el pueblo en el que viven unas quinientas cincuenta personas y las que se suman de la zona rural de los alrededores, acaba de cerrar otra puerta.
En la oficina de Correo Argentino cobraban hasta hoy las jubilaciones y las pensiones un centenar de vecinos y se brindaban, a falta de una sucursal de banco, otra serie de servicios importantes.
Según se supo, el gobierno habría tomado la determinación de cerrar unas novecientas sucursales pequeñas, que se suma a la ola de despidos y la apertura de los retiros voluntarios en la entidad.
No es solo otro espacio que mañana no abrirá su puerta. Para este pequeño pueblo del interior bonaerense, es igual de lamentable que Diego Mittino, el único empleado, se quede sin trabajo.
A medida que la noticia corría en bicicleta por las calles y la radio local la anunciaba en su micrófono, la gente se fue autoconvocando frente al edificio y en un improvisado cartel alguien escribió “Condenados a emigrar”, en un resumen casi perfecto de lo que viven los moradores de localidades alejadas de las ciudades más cercanas.
Hace unos años, durante la última inundación que los había dejado prácticamente aislados, un vecino había afirmado: “deberían pagarnos por vivir acá”. Y es cierto.
A diferencia de lo que sucede en la inolvidable novela de Gabriel García Márquez, donde el coronel visita cada semana la pequeña oficina de correo del pueblo para ver si llega su tan ansiada pensión, en Santa Regina habrá más de cien coroneles que no tendrán lugar donde retirar sus cobros.
Y como en las letras del colombiano, solo les queda un gallo de esperanza para luchar ante esta medida absurda que demuestra que quienes toman las decisiones están demasiado lejos de la realidad de la gente.
Santa Regina tiene quién le escriba, pero se quedó sin un lugar que reciba las cartas.
*Periodista, Fotógrafa, Diseñadora