PROVINCIA

El museo de Florencio Molina Campos, a punto de estar otra vez abierto al público

Miercoles, 22 de Mayo del 2024 - 07:40 hs.

"¡Pronto reabrimos el Museo Molina Campos!", celebró la jefa comunal de Moreno, Mariel Fernández, y adjuntó varias fotos del arduo trabajo que se lleva adelante en el lugar, y que más temprano que tarde podrá ser visitado y disfrutado por miles y miles de personas

"Luego de un gran trabajo de recuperación histórica de 132 obras y más de mil objetos personales de nuestro gran artista popular Florencio Molina Campos, que realizamos con Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, en pocos días reabrimos el Museo para que toda la comunidad vuelva a disfrutar de este importante patrimonio cultural", expresó la dirigente peronista.

"Ya finalizamos la obra de refacción y puesta en valor del Museo para que tenga las condiciones necesarias para exhibir y conservar las obras, y estamos ultimando detalles para la reapertura", agregó contenta. 

Y completó: "¡Nos vemos pronto para disfrutar de uno de los patrimonios culturales más valiosos de la Provincia de Buenos Aires, representativos de nuestra identidad bonaerense y especialmente de la comunidad de Moreno!".

MOLINA CAMPOS

Florencio de los Ángeles Molina Campos nació el 21 de agosto de 1891 en la Capital Federal. Sus padres eran Florencio Molina Salas y Josefina del Corazón de Jesús Campos y Campos. Se educó en los renombrados colegios La Salle, El Salvador y Nacional Buenos Aires.

Pasó las vacaciones de su infancia en Los Ángeles, la estancia de su familia, en General Madariaga, a 30 kilómetros de Pinamar. Empezó a dibujar a los nueve años, con lo que encontraba. ¿Su primer personaje? El capataz de la estancia, Tiléforo Areco, que pasaría a ser el protagonista excluyente de sus obras.

En 1905, cuando Florencio tenía 14 años, se mudó con su familia a un campo que tenían en La Matilde, cerca de Chajarí, en Entre Ríos. Allí siguió nutriéndose de más imágenes camperas. Sin embargo, cuando su padre murió, la familia dejó la provincia para volver a Buenos Aires. Fue entonces, que Molina Campos quiso dedicarse de lleno a lo que mejor sabía hacer: homenajear esa tierra que añoraba.

En 1920 se casó con María Hortensia Palacios Avellaneda y tuvo una hija que también se llamó Hortensia. Se separó al poco tiempo y cuatro años más tarde presentó su primera exhibición. Fue en el negocio de lotería Ruibal, en la calle Esmeralda.


Dos años después, ya con 35, mientras trabajaba para la Sociedad Rural Argentina, inauguró su primera gran muestra. Se llamó Motivos gauchos y fue durante la clásica Exposición Nacional de Ganadería. El stand tenía 24 metros cuadrados y expuso 61 pasteles y acuarelas. Quien presidía los destinos de la Nación en aquel entonces, Marcelo Torcuato de Alvear, le compró dos obras.

Su técnica era bastante particular. Comenzaba por los cielos y seguía colocando las figuras que había dibujado en un papel manteca. Las pintaba con sus pinceles de pelo marta y dejaba para el final los detalles de los ojos. Empezó con tintas, después acuarelas y pasteles, hasta que pasó a la témpera.

En 1930 la Firma Argentina de Alpargatas lo contrató para aquello que luego se convertiría en un clásico: los almanaques. El dibujante pintó 12 obras con motivos gauchescos para cada mes de 1931. Lo hizo de manera ininterrumpida hasta 1936. La pulpería, el rancho, el hijo y el casamiento de Tiléforo Areco eran las temáticas. Retomó el trabajo entre 1940 y 1945, con otras regiones de nuestro país. Se calcula que se imprimieron 18 millones de almanaques y lo cierto es que Molina Campos adquirió una popularidad inusitada. Pero, además, le dio voz a su personaje en Radio Splendid que se emitía también por otras radios del país. Algunos lo acusaron de querer comercializar su obra.

Volvió a casarse, ahora con Elvira Ponce Aguirre y viajaron mucho por el Interior del país para seguir llenándose de contenido para sus obras. Becado por la Comisión Nacional de Cultura, en 1937, voló a los Estados Unidos. Expuso en la Gallery of the English Book Shop de Nueva York y sus obras se vendieron mucho entre aquellos que se sumaban a la corriente de adentrarse a la cultura Latinoamérica.

Tan famoso se hizo en Estados Unidos, que el mismísimo Walt Disney quiso conocerlo y viajó a la Argentina, en 1941. Visitó su estancia y le propuso colaborar en una nueva película. Se vieron en Río de Janeiro al año siguiente y el artista argentino empezó a trabajar como supervisor en las películas El gaucho reidor y Goofy se hace gaucho. Sin embargo, la cosa no fue como Molina Campos planeaba. Las películas eran una parodia del gaucho y sus costumbres.

Molina Campos murió el 16 de noviembre de 1959, en Buenos Aires. Fue unos años después de que inaugurara en su chacra de Moreno una escuela para chicos de la zona. Porque ese era su objetivo: compartir conocimientos al retratar al gaucho argentino.