Jugar y aprender no son dos conceptos antónimos como a muchos les puede parecer. Desde tiempos ancestrales, entretenerse y divertirse ha sido una de las principales vías de los centros educativos para transmitir conocimientos y buenos hábitos a los alumnos. Con el paso del tiempo, esa relación solo ha hecho que reforzarse y, en la actualidad, encontramos numerosos ejemplos de cómo muchas técnicas de aprendizaje apuestan por los pasatiempos para superar las barreras de entrada de los jóvenes o hasta incluso cómo juegos tradicionales han abierto la puerta a la formación de sus aficionados.

La gamificación como concepto novedoso

Los profesores y los padres seguro que han oído hablar en algún momento de la gamificación, un término procedente del mundo anglosajón. Por muy novedoso que pueda parecer, no deja de ser el conjunto de técnicas vinculadas a los juegos para motivar y aumentar la participación de los estudiantes. Partiendo de esta base, se pueden nombrar numerosos elementos o diseños que van desde alcanzar una serie de recompensas hasta conseguir unas metas fijadas para avanzar de nivel y progresar.

Una gran cantidad de centros han apostado por esta vía y, entre las ventajas más evidentes, está el hecho de fomentar la involucración, pues algo que normalmente se asociaba con la monotonía o el aburrimiento se convierte en algo diferente y lúdico. Vinculado a esto último, son varios los estudios que señalan que aumenta la capacidad de retención del alumnado y ayuda a interiorizar mejor los conceptos, pues se usan estrategias que van más allá de los métodos tradicionales y hacen cada sesión diferente a la anterior.

Como sucede en cualquier técnica relativamente innovadora, hay una serie de riesgos que se deben tener en cuenta. Por ejemplo, transformar de un día para otro un modelo educativo puede ser altamente complejo, pues la gamificación debe estar bien planificada y siempre en la línea de las metas que conseguir a corto, medio y largo plazo. Es importante ir renovando los contenidos para no caer en la monotonía o no distraer más que enseñar, pues este no es el motivo de su existencia.

Este concepto ha trascendido al mundo de la enseñanza y son varios los sectores que lo han ido adoptando en su día a día. En este caso, no lo hacen para aprender, sino para llamar la atención e introducir ideas en las personas que visualizan su contenido. Las campañas de marketing que reclaman cierta interacción del usuario, las películas que permiten al espectador elegir el camino que tomarán los protagonistas o los periódicos digitales con presentaciones interactivas son tres ejemplos de ello.

Aprender en el campo del entretenimiento

Si el juego ha entrado en el mundo de la enseñanza a través de la gamificación, el aprendizaje también lo ha hecho en el campo del entretenimiento más puro. Son muchos los pasatiempos que nos podemos encontrar en la actualidad vía digital que contemplan la posibilidad de que sus jugadores se formen y amplíen sus conocimientos en una práctica concreta. Un ejemplo de ello se puede ver en las cartas, donde páginas especializadas ofrecen la posibilidad de aprender a jugar a poker ya sea practicando o consultando informaciones específicas.

Otro caso evidente que nos podemos encontrar es el ajedrez, uno de los juegos tradicionales más enseñados y transmitidos de generación en generación. En los tiempos actuales, no solamente las partidas han migrado al entorno digital, sino que también lo han hecho los centros formadores. Hay numerosas plataformas dedicadas a las batallas entre blancas y negras que ofrecen lecciones básicas, sesiones con expertos, desafíos mentales y hasta retos diarios para mejorar las habilidades.

Terminamos el artículo mencionando una de las últimas modas como son los deportes electrónicos. Las competiciones de videojuegos se han convertido en toda una salida profesional para una generación y eso ha desarrollado toda una industria a su alrededor que no se ha olvidado del apartado formativo. Desde hace ya algún tiempo, existen escuelas que preparan, ya sea a distancia o presencial, a los especialistas amateurs en un título concreto para que en un futuro tengan más opciones profesionales.