Kicillof despidió al Papa en modo peronista: “Hay que llevar adelante la bandera de la justicia social”
El arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Jorge García Cuerva, cerró los homenajes al papa Francisco en la Ciudad de Buenos Aires ante 300 sacerdotes, el nuncio apostólico y funcionarios de todo el país junto a más de 70 delegaciones diplomáticas.
La ceremonia religiosa tuvo lugar, minutos apenas pasadas las 10, frente a las escalinatas de la Catedral de Buenos Aires, donde el papa vivió y ejerció gran parte de su actividad pastoral como sacerdote.
“Como nosotros hoy, lloramos porque no queremos que la muerte gane, lloramos porque se murió el padre de todos, lloramos porque ya sentimos en el corazón su ausencia física, lloramos porque nos sentimos huérfanos, lloramos porque no terminamos de comprender ni de dimensionar su liderazgo mundial, lloramos porque ya lo extrañamos mucho y no queremos que nos pase lo que cantaba Carlos Gardel en uno de sus tangos, ‘las lágrimas taimadas se niegan a brotar y no tengo el consuelo de poder llorar’”, dijo García Cuerva desde el altar, tal como publicó La Nación.
En medio de la homilía, recordó enseñanzas de Francisco y su invitación a no temer al llanto. “Recordemos palabras del Papa cuando nos decía: ‘Al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar. Solamente ciertas realidades de la vida se ven con los ojos limpios por las lágrimas’.
Y seguía diciendo Francisco: ‘Los invito a que cada uno se pregunte: ¿yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abandonado, abusado, un niño usado por una sociedad como esclavo?‘. No es el llanto caprichoso de aquel que llora porque le gustaría tener algo más”, citó el arzobispo.
Entre los presentes, estuvo el gobernador Axel Kicillof, quien afirmó que “La pérdida del Papa Francisco es una tristeza enorme, pero al mismo tiempo nos deja un legado, una enseñanza y la tarea de llevar adelante la bandera de la justicia social”.
“Debemos recordarlo principalmente por su obra y por su valentía: encaró una transformación muy profunda de la Iglesia Católica, y fue un referente mundial de un pensamiento a contramano de lo que ocurre con los poderes más importantes del planeta”, concluyó.