Pasaron 9 meses de la última vez que estuvo con Johana. La misma cantidad de tiempo que la tuvo en su panza. Un embarazo entero sin tener noticias, ni pistas, ni respuestas. Marta Ramallo no descansa en la búsqueda de su hija. Camina, recorre, pregunta y reclama. “!Proxenetas!”, le grita a fiscales y jueces, a la policía, al Intendente y a la Gobernadora. “El estado es responsable”, denuncia ante un micrófono, un teléfono o a viva voz frente a la casa de Gobierno o Tribunales.
Johana Ramallo es una joven que no tuvo una vida fácil. Con 23 años (hoy, ya 24) tiene una hijita de 6 y la pelea contra una adicción que la llevó por los senderos sinuosos y peligrosos de la prostitución. Quizá ni siquiera fue una elección, sino una consecuencia de su realidad. Junto con su madre integraban el programa Ellas hacen y trataba de ganarse un mango. Al momento de su desaparición hacía unos meses que se había separado del papá de su nena. Vive con su madre, su hija y sus seis hermanos en una casa precaria en el barrio Altos de San Lorenzo. Pero hace meses que ya no duerme allí. ¿Dónde está?. ¿Quién la tiene?.
Ese 26 de julio de 2017 Marta se quedó con la cena lista para compartir con su hija. No llegó y eso la preocupó. La noche anterior Joha había sufrido una descompensación que tuvo que ser atendida en el Hospital San Martín. Perdió su celular. No sabía como ubicarla y comenzó la recorrida: el hospital, la zona donde la vieron por última vez, sus amigas, la comisaría. Cuando fue a radicar la denuncia no le hicieron caso. “Es mayor, debe andar por ahí”, le dijeron, pero Marta asegura que su hija jamás se iría así, dejando a su niña, sin avisarle a alguien. “A mi Joha se la llevaron, estoy segura, y nadie la está buscando”, dice, sin cesar, desde el 27 de junio, todos los días, hasta hoy.
Ese miércoles la joven se fue a eso de las 17 de su casa con la promesa de regresar a cenar. La última imagen que se tiene de ella es la captada por la cámara de seguridad de la estación de servicio de calle 1 esq. 63, donde se la ve entrar y salir, nerviosa, del baño de la playa para finalmente salir de cuadro intempestivamente. “Ella vio algo que la asustó y se fue”, dice Marta.
La investigación recayó primero en la UFI N° 2 del fuero penal platense, a cargo de Betina Lacky. Allí tramitó como “averiguación de paradero” durante algo más de dos meses sin avances. Se pidió en reiteradas oportunidades el cambio de carátula a “desaparición de persona” pero no se hizo a lugar. Las abogadas de la familia decidieron no esperar más y accionar en la justicia federal, ya que sospechan fuertemente que la joven está siendo víctima de una red de trata de personas. Es así que la denuncia fue recepcionada y recayó en el Juzgado Federal N° 3 a cargo del juez Ernesto Kreplak.
El juez tomó testimoniales, ordenó allanamientos y rastrillajes con perros: revisó diversos domicilios en distintas localidades, secuestró material, un automóvil y hasta ordenó seguir rastro aportado por una testigo detrás del hipermercado platense Nini. Pero las pesquisas aún no pudieron determinar qué pasó con Johana.
Desde un principio Marta apuntó al posible accionar de efectivos de la comisaría 9a. de La Plata por la desaparición de Johana. Esa seccional es la que tiene jurisdicción en la llamada “zona roja” donde se la vio por última vez. "Si la Justicia me hubiese escuchado desde el primer minuto, yo a mi hija la tendría acá. Lo único que quiero es que se siga investigando para saber dónde está", comentó.
Marta es incansable. Todos los días se levanta y busca. Piensa en su hija y la llama. Un día, hace unos meses, no tenía fuerzas, estaba tirada en su cama sin saber qué hacer. Se acercó su nieta que la miró, la abrazó y le dijo “Abuela, no te acuestes que tenés que ir a buscar a mi mamá”. Marta reaccionó. Entre lágrimas contó: “Ella es mi motor. No puedo descansar porque necesito traerle de vuelta a su madre. Traer de vuelta a mi hija”.
Hoy se hizo nuevamente una marcha desde las puertas de la Municipalidad hasta la Gobernación bonaerense. Organizaciones feministas, sociales, políticas, estudiantiles, mujeres y hombres volvieron a reclamar la aparición de Johana. “Tenemos que seguir en la calle porque no estamos teniendo respuesta de esta justicia patriarcal que tenemos para nuestras pibas. Si se ha hecho algo que me lo digan, porque yo no he visto ningún cambio, no tienen una línea fija de investigación, la causa avanza pero muy lentamente. Solo queda exigir, exigir y reclamar”, dijo Marta.
“Hoy a 9 meses yo sigo como empecé, la causa está como cuando empezamos, todavía no hay ningún imputado, pero los proxenetas que se llevaron a mi hija siguen estando en la zona, los narcotraficantes que bajan la falopa ahí siguen estando, el servicio de calle de la comisaría 9a sigue regenteando a nuestras pibas. Eso sigue estando. Hoy Johana no está”, expesó Ramallo, cansada pero de pie.
La mujer denunció que en los últimos tiempos sufrió "aprietes policiales", amenazas y ataques a su casa. Ella está convencida de que Johana es víctima de una red de trata. Y reflexiona: “Desaparecen miles de pibas todos los días. ¿Quién las busca? Yo quiero que me devuelvan a mi Joha. Pero mi lucha no es solo por ella. Es también por todas esas pibas que faltan de su casa. Por todas las Johanas”. [El Teclado]