Brigada de San Justo: Una sobreviviente habló de los "vuelos de la muerte"
En la semana de la memoria rememoramos los testimonios brindados en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Brigada de San Justo. Es además nuestra forma de homenajear a la entrañable Virginia Ilariucci. Su ausencia física se siente fuerte, sobre todo por estos días donde estará al frente de cada jornada por la memoria, la verdad y la justicia.
Testimonio brindado en noviembre de 2018.
El miércoles se desarrolló en La Plata una nueva audiencia en el juicio oral por los crímenes cometidos en la Brigada de Investigaciones de San Justo, en la que dieron testimonio la sobreviviente Liliana Zambano y los hermanos de Gustavo Lavalle, quien junto con su esposa Mónica Lemos, continúan desaparecidos. En el proceso se juzgan 19 genocidas por los crímenes cometidos contra 84 víctimas.
Liliana Zambano hoy es profesora de Historia pero en aquel momento era estudiante. Fue secuestrada en la ciudad de La Plata el 30 de agosto de 1977 y permaneció como desparecida durante dos meses hasta el 29 de octubre de ese año. Pasó por varios centros clandestinos que integraban el denominado “Circuito Camps”, entre ellos la Brigada de Investigaciones de La Plata, el Destacamento de Arana y el Pozo de Banfield, a donde fue trasladada el 8 de septiembre.
Una vez en Banfield entró en contacto con otros desaparecidos que estaban allí secuestrados. El primer día la colocaron en un calabozo sola, pero a través de la pared se comunicó con Liliana Galletti y Virginia Allende, ambas eran profesoras de Historia.
“Esa mañana cuando llego ellas me tranquilizan, que allí no me iban a torturar mas y me dicen que ese día se iban de allí, que las iban a trasladar en avión al sur, que no debían comer nada y que iban a pasar a estar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”, relató Liliana y agregó que esa tarde del 8 de septiembre trasladaron a todo el grupo que estaba en el pabellón de la izquierda, entre ellos Liliana Galletti, Virginia Allende y Mónica Lemos. Todas ellas continúan desaparecidas.
Luego a ubican en un calabozo con otras chicas y conoce a Laura Futulis y a Carmen Percivatti Franco, a la que le decían “Rata” porque era muy pequeñita y hacía pocos días había tenido una bebé que quedó con sus padres. Detalló entonces que también estaban detenidos allí: el esposo de Futulis, Miguel Eduardo Rodríguez, Gustavo Lavalle y su esposa Mónica Lemos, y una chica de nombre Mercedes y su esposo Gabriel, al que le decían Fermín o Felipe. Todos ellos procedían de la Brigada de San Justo donde habían sido brutalmente torturados. Futulis, Percivatti Franco y Mercedes tenían vinculación entre sí en relación a una Iglesia de Santos Lugares.
Laura Futulis es quien le cuenta que allí había nacido la hija de Gustavo Lavalle y Mónica Lemos, María José, y que a la otra nena, María, la habían llevado con los abuelos.
[María Lavalle Lemos, escucha el relato sobre sus padres. Foto: El Teclado]
A diferencia de los lugares de detención anteriores, en donde permaneció siempre vendada, en Banfield estaban destabicados y los hacían hacer algunas tareas, como limpieza o repartir la comida. Después de ese primer traslado, a Liliana y otras compañeras las hicieron limpiar ese pabellón y juntar las cosas que habían dejado, entre ellas el pantalón de embarazada de Mónica Lemos, el cual usó durante el resto de su cautiverio. De esa manera es que pudo ver a Rafael Perrota, el director del Cronista Comercial, que también estaba secuestrado en Banfield.
Zambano detalló que en el movimiento constante de ingreso de personas, llegaron al Pozo de Banfield al menos dos matrimonios procedentes de La Plata: Graciela Médici y su esposo Roberto Eduardo Aued, y Amelia Gutiérrez y su esposo Juan Carlos Ledesma. Y también fueron traslados a Banfield procedentes de la Brigada de San Justo María Elena Ianotti de Gambero, que pertenecía al Partido Comunista Argentino, junto a un padre e hijo carpinteros, Antonio Domingo Moreno Delgado y José Eduardo Moreno Delgado. Ellos tres fueron secuestrados juntos el 14 de septiembre de 1977 en el taller de carpintería. Los Moreno fueron liberados, mientras que Ianotti de Gambero continúa desaparecida.
“Todos esperábamos el traslado, lo ansiábamos porque teníamos la esperanza de estar en una situación legal y ponernos en contacto con nuestras familias”, recordó. “Un día llegó el traslado, pero a nosotros no nos tocó. Nos quedamos angustiados porque lo esperábamos mucho”, relató la testigo. Era mediados de octubre. Se llevaron a otro grupo grande que iban a viajar en avión al sur. Esa negativa al traslado tan ansiado significó para ella continuar con vida. En ese segundo movimiento de personas se llevaron Laura Futulis y su esposo Miguel Eduardo Rodríguez, Carmen Percivatti Franco, Gustavo Lavalle, Mercedes y su esposo Gabriel, Graciela Médici y su esposo Roberto Eduardo Aued, Amelia Gutiérrez y su esposo Juan Carlos Ledesma, y a Rafael Perrota. Todos ellos continúan desaparecidos.
Muchos años después, Liliana tomó conocimiento de las declaraciones que hizo Adolfo Scilingo, en donde el represor contó por primera vez sobre Los vuelos de la muerte. De esta manera es como pudo relacionar el destino de sus compañeros de cautiverio con esta aberrante práctica genocida: arrojar vivos a detenidos desaparecidos desde aviones de la Armada, desnudos y sedados, al Río de la Plata o al mar.
La entrevista se la dio al periodista Horacio Verbitsky en 1995 y explicó como era el modus operandi:
Scilingo: - "Todos los miércoles se hacía un vuelo y se designaba en forma rotativa distintos oficiales para hacerse cargo de esos vuelos. Los que el día antes se les elegían para morir, se les llevaba al aeropuerto dormidos o semidormidos mediante una leve dosis de un somnífero haciéndoles creer que iban a ser llevados a una prisión del Sur. Fuimos al aeroparque, entramos por la parte de atrás. Se cargó como zombies a los subversivos y se embarcaron en el avión. Una vez en vuelo, se les daba una segunda dosis muy poderosa, quedaban totalmente dormidos, se les desvestía y, cuando el comandante daba la orden, se les arrojaba al mar uno por uno”
Verbitsky: -¿Qué cantidad de personas calcula que fueron asesinadas de ese modo?
Scilingo: -De 15 a 20 por miércoles. Durante dos años.
Verbitsky: -Dos años, cien miércoles, de 1500 a 2000 personas.
Scilingo: -Sí.
Verbitsky: -Usted mencionó dos vuelos en el mismo mes.
Scilingo: -Sí, en junio o julio de 1977. El segundo vuelo fue un día sábado.
Scilingo se convirtió en el primer militar argentino en ser condenado en presencia por un tribunal extranjero. En abril de 2005, el marino fue enjuiciado en España por delitos de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1977 y, tras haberse probado su responsabilidad en la muerte de treinta personas y una detención ilegal seguida de torturas, condenado a 640 años de prisión. Mar tarde, en julio de 2007, al comprobarse su complicidad en otras 255 detenciones ilegales, el Tribunal Supremo español elevó la condena a 1084 años.
La noche del 29 de octubre, a Liliana le tapan los ojos y le dicen que la van a liberar. Le indican que se fuera de La Plata a otra provincia y que no dijera nada de lo que le había pasado. A ella y a un joven que era de Temperley la suben a una camioneta y los sacaron del centro. Le dieron dinero para tomarse un colectivo y la liberaron en la zona de Claypole. “Mirá hacia la luz, cruzá el camino y ahí esta el Costera Criolla. No te des vuelta, porque como firmamos el acta de nacimiento, firmamos el acta de defunción”.
[Adriana Herminia Lavalle declaró por videoconferencia. Foto: El Teclado]
[LAVALLE - LEMOS]
En la audiencia también dieron testimonio los hermanos de Gustavo Lavalle, Adriana Herminia y Ariel Francisco Lavalle. Ellos reconstruyeron lo que fue el secuestro de Gustavo, su esposa Mónica Lemos, embarazada de 8 meses y su sobrina María, el 21 de julio de 1977 y la recuperación de las niñas. María, de quince meses de edad, fue entregada por los secuestradores una semana después a los abuelos, y de María José, que fue apropiada por una guardia de la Brigada de San Justo, luego de 10 años de búsqueda.
“La beba tenía la mirada fija, no reconocía nada, ni la casa ni a nosotros, estaba en estado de shock. Me impresionó muchísimo que no tenía el olor dulzón de bebé sino una mezcla de olor a humo. Eso me quedó grabado como una de las tantas metáforas del terror”, contó Adriana, que declaró por videoconferencia por roblemas de salud.
Como ya lo había testimoniado la propia María, la tía describió las conductas de terror que durante largo tiempo manifestó la nena que había estado una semana en cautiverio. “Ante las sirenas, los ruidos fuertes, las ambulancias, la policía, se asustaba y lloraba. Un día mirábamos la televisión y ante una escena en la que tiraban abajo una puerta se puso en un rinconcito y se escondió. Esa conducta se repetía en la calle si veía un policía, gete con uniforme o con gorra. Tenía pesadillas y también convulsiones”.
Adriana contó que María siempre buscó a su hermanito. Y que ella internamente sabía que era una hermana. “Cuando estábamos en el tribunal esperando a que la traiga, vimos entrar a los coches de custodia y maría fue corriendo y gritaba: Es mi hermana, es mi hermana, soy la primera que la vio!”, recordó y agregó que esa noche ya durmieron juntas y no se separaron nunca más. “A ellos (por Gustavo y Mónica) los privaron de disfrutar de sus hijas y de sus nietos, y el Estado terrorista nos privó a nosotros de disfrutar de ellos”, reflexionó Adriana.
[Ariel Lavalle tenía 16 años cuando secuestraron a su hermano y su cuñada. Foto: El Teclado]
Por su parte Ariel, que en ese momento tenía 16 años, expresó que tras la desaparición de su hermano y su cuñada “el entorno familiar quedó roto. Para los padres perder al hijo, no encontrarlo, no tiene solución en la mente de ellos. Hay algo que no está ero vos crees que puede volver a estar y eso condiciona todo: tus relaciones, como te vinculas con todo el mundo, toda tu forma de ser. Las consecuencias no terminan nunca”.
El debate está a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de La Plata, integrado por los jueces Nelson Jarazo, Pablo Vega y Alejandro Esmoris y se desarrolla todos los miércoles en la sala del primer piso del edificio ubicado en las calles 8 y 50 de La Plata. Las audiencias son públicas y se puede ingresar a escucharlas simplemente presentando documento de identidad. [El Teclado]