El juicio que intenta desentrañar lo que pasó en la madrugada y primeras horas de la mañana del 14 de octubre de 2002 con Cristian Pérez, el joven de 17 años que apareció muerto en las vías del tren Roca cuenta con dos dificultades principales. Una, el paso del tiempo. Transcurrieron 16 años desde los hechos hasta este juicio, lo que atenta con la posibilidad de contar con recuerdos certeros de lo acontecido. Y la otra, que los siete acusados son – o fueron- policías de la provincia de Buenos Aires.
Quizá la primera es consecuencia de la segunda: muchos testigos dicen “no recordar” justamente los detalles que podrían implicar directamente a los procesados. Sea porque son colegas de la fuerza, o porque son vecinos y deben convivir a diario con ellos en el mismo barrio. De hecho, la familia de Cristian ha denunciado intimidaciones y ataques que entienden vinculados a la sustanciación del juicio. Quizá la condición de miembros de la fuerza policial fue lo que desde un comienzo y por siete años hizo que los fiscales intervinientes caratularan la causa como un “suicidio”, en concordancia con la versión dada por los ahora acusados, y no investigaran otras hipótesis como la del homicidio.
El primer fiscal, Leandro Heredia, destituido hace pocas semanas por irregularidades en la instrucción de más de 50 expedientes, tenía como custodio a uno de los imputados: Juan Alejandro Pavela. Luego, el segundo fiscal fue Tomás Morán, actualmente detenido y acusado de encubrimiento y concusión en una causa que lleva adelante la fiscal Eugenia Di Lorenzo. La abuela de Cristian, Heidel Cejrowska, relató que iba dos días por semana a la fiscalía n° 2 a fin de anoticiarse de los avances en la investigación, y que observó como concurrían con asiduidad policías que, incluso frente a ella, le entregaban sobres a Morán. “Un día se le cayó un sobre al piso, se abrió y era dinero. El fiscal lo levantó, lo puso en un cajón y a otra cosa”, dijo la abuela, y dejó entrever que el no avance de la causa estaba relacionado con esta situación.
No fue hasta la intervención de las abogadas del CIAJ en representación de la familia que se pudo evitar el cierre de la causa, denuncia internacional ante la CIDH por medio, y que se investigara como homicidio. Recién en 2014 el expediente pasó a la Fiscalía N° 3, a cargo de Marcelo Martini, y a partir de presentaciones efectuadas por el CIAJ y del testimonio de una persona con identidad reservada, se dispuso en octubre de ese año la detención de cuatro policías por el delito de homicidio agravado por alevosía: ellos son Condolero, Pavella, Lagos y Koenig.
El proceso estará a cargo del Tribunal Oral Criminal N° 2 de La Plata, integrado por les jueces Silvia Hoerr, Liliana Torrisi y Claudio Bernard, con la acusación de la fiscal Victoria Huergo y de las abogadas del CIAJ, Sofía Caravelos, Analía Carrillo y Ariel Rodríguez, como querellantes en representación de la familia del joven asesinado. Están acusados siete policías, cuatro de ellos por el homicidio doblemente agravado: David Alejandro Koenig, Juan Alejandro Pavela, Rubén Eduardo Lago y Juan Marcos Condoleo; y otros tres efectivos por el encubrimiento agravado: Pedro Oscar Djurasek, Jorge Alberto Luna y Miguel Ángel Álvarez.
En las audiencias realizadas esta semana, varios testigos aportaron datos que van armando el rompecabezas de qué fue lo que sucedió esa madrugada en la Comisaría Décima y posteriormente en las vías del tren Roca. El martes declararon dos policías, uno aún en actividad en la bonaerense y otra que actualmente presta servicios en la Policía Federal, y también un amigo de Cristian que lo vio pocas horas antes de morir.
María José Auer, que hoy trabaja en la Policía Federal, la mañana del 14 de octubre de 2002 concurrió a tomar el servicio en la Comisaría Décima como Jefe de Turno al mediodía. En ese momento tomó conocimiento de los hechos de la madrugada cuando Cristian ingresó a la dependencia acusado de las lesiones culposas por el accidente de tránsito protagonizado la noche anterior. Detalló las inconsistencias del procedimiento que el imputado Koenig instruía por ese hecho y recordó que le dijo que no entendía por qué no había dejado constancias en el expediente de que Cristian había sido llevado hasta la comisaría por vecinos y que estaba golpeado. Le remarcó que no iban a poder explicar que las lesiones no hubieran ocurrido dentro de la dependencia.
El segundo policía, Adrián Alejandro Veller, actuaba en Homicidios de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) y aún sigue en funciones en la Bonaerense. Aunque ante varias preguntas determinantes su respuesta fue no recordar nada, sobre algunos hechos pudo dar precisiones. Recordó hablar con el maquinista y que este le expresara que le había llamado la atención que el cuerpo estaba absolutamente inmóvil y sin reacción, que “no intentó salir corriendo cuando se acercó la formación”. También hizo mención a que cuando corrieron el tren y finalmente el cuerpo quedo al descubierto, notó que la máquina le había aplastado la cabeza y que era imposible verle los rasgos de la cara. Además advirtió que estaba descalzo y que las zapatillas estaban “colocadas prolijas, una al lado de la otra, en el medio de la vía. Parecían plantadas, colocadas en el lugar”.
La audiencia del martes concluyó con el testimonio de Sergio Dumrauf, un amigo de Cristian del barrio. Recordó que esa noche el joven pasó por su casa, nervioso y con miedo, escapando de los vecinos que lo venían persiguiendo, se lavó los pies y le dijo que tenía pensado irse a la casa de otro amigo que vivía en Punta Lara, para evadir su responsabilidad en el accidente de tránsito. Además, dijo que era una persona con muchas ganas de vivir.
En tanto el miércoles, la jornada se inició con el testimonio de Walter Ibarra, un médico de la policía que revisó a Cristian a las 5.50 del 14 de octubre de 2002, pocas horas antes de que apareciera muerto en las vías. Recordó haber constatado lesiones muy leves en el cuerpo del joven compatibles con un forcejeo.
Facundo Burgos, por su parte, era vecino de Cristian y mostró dificultades para recordar. Sin embargo atestiguó que en la madrugada del 14 de octubre entregó “de forma pacífica” a Cristian a la policía, llevándolo con otros vecinos hasta la Comisaría 10ma.
La última declaración correspondió a Gonzalo Raúl Tedesco, un policía de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) que investigó desde esa dependencia la muerte de Cristian y exhibió un relato preciso. Contó que desde un principio le resultó raro lo que había pasado con el joven. En este sentido, hizo alusión a la curiosa cronología oficial que sostuvieron los policías: que luego de atropellar a dos jóvenes, uno de ellos, de apellido Pavella, hermano de un oficial de dicha dependencia, Cristian fue llevado a la comisaría y posteriormente liberado, pasadas las 6. Dos horas después habría decidido quitarse la vida en las vías del tren.
Tedesco rememoró diversos comentarios recolectados durante su investigación. A partir de algunos de ellos pudo confirmar la presencia en la Seccional de Pavela, el hermano del joven atropellado, prepoteándo a Cristian. A su vez, adujo que el policía ingresó por la parte trasera de la comisaría, un indicio claro de que había querido esconder su presencia en el lugar, para que no quedara inscripta en el libro de guardia. Señaló que en dicho libro deben constatarse todos los movimientos de la comisaría, incluyendo el ingreso de policías que no se encuentran prestando servicio. Por último recordó que a las 5 de la mañana el comisario de la dependencia realizó un llamado por radio, exigiendo que todos los uniformados de la dependencia acudieran a la misma.
La jornada del jueves contó con la extensa declaración de más de cuatro horas de una mujer que lo hizo bajo reserva de identidad. Esta testigo fue fundamental en la instrucción ya que es quien declaró haber visto a policías de la Comisaría Décima bajar de un patrullero un cuerpo en las vías del tren poco antes de que pasara la formación.
Tanto en aquella época como ahora, la mujer se encuentra en una clara situación de vulnerabilidad. Relató que en 2002 ella se encontraba en situación de calle y que tenía contacto y relaciones frecuentes con integrantes de la seccional. La madrugada del 14 de octubre ella se encontraba con uno de los policías en su patrullero y pudo escuchar por la radio que todos los efectivos eran convocados para que se dirijan a la seccional. Es por ello que se baja del auto, se va a la casa de una conocida y más tarde, cuando estaba en la zona del accidente ferroviario, advierte un patrullero, que reconoce como perteneciente a la Décima, y a dos o tres policías que dejan “un bulto” sobre las vías del tren, sin poder identificar a las personas.
Como es de rito, muchas veces se les lee a los testigos partes de sus declaraciones prestadas en la instrucción, cuando en el relato en debate se advierten contradicciones u omisiones. A la testigo se le leyó parte de su declaración efectuada en su momento en la DDI La Plata en la que allí afirmó que vio a tres policías, que identificó como Condoleo, Lago y Pavela bajar del patrullero un cuerpo y depositarlo en las vías. Una vez oída la parte pertinente, la ratificó ante los jueces.
Los acusados de homicidio son defendidos por Julio Ricardo Beley (Koening), Pablo Eduardo Bonatti (Pavela), Martín Alejandro Castro (Lago) y el defensor oficial Claudio Ritter (Condoleo). [El Teclado]