Si hay algo que nos hará evolucionar y progresar como sociedad no cabe ninguna duda de que será la educación, ya que es la única generadora de conciencia que nos permite discernir, elegir, comparar, trabajar y ser mejores personas, más cuando se enriquece de valores ligados al respeto, la tolerancia y la igualdad.
Trazando una línea de tiempo, donde hacemos una comparación de las formas adoptadas a lo largo de un centenar de años en el sistema educativo, podemos afirmar que las metodologías mucho no han cambiado.
Analizando -desde el principio de la línea trazada hasta la actualidad- podemos ver al maestro con su tiza y pizarrón como una imagen que ha quedado fija ante tamaña revolución tecnológica, a la que asistimos en el día a día. ¿No suena algo desactualizado?
Esta revolución mencionada, donde niños y niñas con su saber -respecto al uso de las tecnologías- enseñan a más de un adulto o donde el contenido de aprendizaje se ha democratizado y está a un solo “click” de distancia gracias al continuo avance en el mundo del Internet, nos invita repensar el paradigma de la educación.
[EL DESAFÍO DEL CAMBIO]
Tenemos en claro que la educación involucra a todos sus actores: estudiantes, padres, madres, gobierno, docentes, profesionales de la educación. Con el lector seguro coincidimos en que el educar es una de las vocaciones más nobles en el ser humano y, por lo tanto, debe ser bien retribuida. Pero no podemos pensar una educación pública sin alumnos en sus escuelas como ha pasado en la última década, donde los alumnos han perdido un año entero de clases por falta de acuerdo en paritarias salariales.
Debemos ser conscientes de la importancia que tiene este desafío. Nadie dice que no se discuta el salario pero debemos unir los esfuerzos de todos, y la voluntad del gobierno es dar el mejor resultado posible en lo salarial, sabiendo que cuenta con un presupuesto acotado y, honestamente, promete aquello que podrá cumplir.
La cuestión salarial no debe ni puede ser el único eje de discusión cuando hablamos de educación pública, y tal vez no todo el mundo sepa de los avances que hemos logrado en los últimos tres años, teniendo el objetivo común de poner en la mesa de debate aquello que pretendemos que construya a la educación pública.
Cuando salimos del eje salarial nos encontramos con que se han llevado adelante acciones concretas que tienen que ver con: “Capacitación docente”, donde de los 350.000 docentes que trabajan en la provincia, 235.000 se capacitaron en 2018, lo que representa un 67,14% y demuestra la vocación y compromiso por la educación de la mayoría de los docentes; O los “Concursos docentes” que no ocurrían desde hace dos décadas y hoy se realizan, habiendo ya organizado 20 concursos docentes públicos y abiertos para cubrir cargos jerárquicos de directores, inspectores y secretarios en todos los niveles y modalidades de la educación.
También cabe mencionar que entre 2017 y 2018 se regularizó la situación de 70.000 docentes, y se modernizaron los diseños curriculares con políticas en educación inclusiva y para adultos, donde 490.000 jóvenes y adultos (66 % más) eligieron volver a estudiar o terminar sus estudios.
Entre demás avances, podemos puntear los siguientes:
Seguramente nos falte avanzar más. Hemos iniciado un camino con la firme voluntad de mejorar para siempre la calidad de la educación pública de todos los bonaerenses, sabiendo que los cambios profundos llevan su tiempo, pero lo importante es seguir avanzando y en ese camino estamos.
Alejandra Lordén es diputada provincial de Cambiemos.
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