Paso la efervescencia, los abrazos y el reconociendo cordobés a la llegada de Maradona a la provincia, solo quedan papeles en el viento del remodelado Estadio Mario Kempes, testigo de una nueva caída de Gimnasia en el Campeonato.
El equipo sigue sin dar la talla, el DT cambia apellidos y el resultado parece inmodificable. Gimnasia se acostumbró a perder y eso, en el fútbol, es una espada de Damócles muy difícil de sortear. “Una derrota llama a otra derrota” solía decir Carlos Bianchi cuando era técnico de Boca en su etapa mas gloriosa. Y ese parece ser el karma del Lobo, sabe que por errores propios y algunos ajenos (espantosos arbitrajes), el final siempre es el mismo.
El tobogán del descenso no se detiene pero Diego y sus muchachos lo tienen claro, de esto, solo se puede salir trabajando a contrarreloj, sin tregua y sin respiro, por eso, el Lobo ya piensa en River, su rival del Sabado, que llegará diezmado por la exigencia del calendario pero como la jerarquía de un plantel al que le “sobra” para afrontar estos compromisos.
Ni el cura bendiciendo Estancia Chica ni las charlas de café con Chiqui Tapia podrá arreglar este presente, solo se sale trabajando y comprometiendo a un plantel que se acostumbró a bajar los brazos ante el primer impacto.
Se vienen cambios, Maradona promete mover la estantería para buscar afuera lo que aún, no encontró adentro. El descenso acecha y solo quedan dos caminos, asustarse y correr o enfrentarlo y encarar para adelante, como lo hacía Diego…