Caso Thelma Fardin: la fiscalía de Nicaragua acusó formalmente a Juan Darthés por violación y emitió una orden de captura
COMUNICADO. Hoy estamos más cerca de la justicia. En la investigación que se llevó a cabo a partir de la denuncia de Thelma Fardín se concluyó que, aunque hubieran pasado 10 años, las huellas que dejó aquel brutal ataque sobre el cuerpo y la psiquis de Thelma fueron de tal contundencia, que existe prueba suficiente para avanzar en la persecución penal contra Juan Rafael Pacífico Dabul —conocido como Juan Darthes— por el delito de violación.
Thelma tuvo la valentía de hablar. Hizo todo lo que estuvo a su alcance para lograr justicia. Se trata de un caso excepcional, ya que el 97% de las denuncias por violación no prosperan mientras que solo el 1% obtiene una condena. Aun conociendo las bajas probabilidades de justicia, Thelma denunció: viajó a Nicaragua, realizó la denuncia penal, puso su cuerpo y su psiquis para las pericias, tuvo el valor de hablar públicamente y la sociedad la apoyó. Además, los Ministerios Públicos Fiscales de dos países brindaron cooperación para investigar los hechos ocurridos y hemos obtenido este resultado, que —insistimos— es la excepción a una regla de la impunidad sostenida durante muchos años.
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Romper el silencio tiene consecuencias negativas para quienes denuncian. Aun cuando se sometan a todo lo que se les exige, son severamente juzgadas, revictimizadas y quedan fuera del sistema de justicia. El problema es sistémico. El poder judicial no contempla los tiempos de las víctimas, ni el peso del trauma.
Tampoco ha desarrollado estándares de pruebas para investigar las violaciones que, en la mayoría de los casos, se dan sin testigos presenciales y con un contexto que desfavorece el hablar y denunciar. Se condena a las víctimas al silencio y la vergüenza, y se garantiza la impunidad para los atacantes.
La denuncia de Thelma se transformó en un reclamo colectivo que visibiliza nuestras experiencias de violencia. El caso de Thelma no es único ni excepcional. Ella es una más de las miles de niñas, mujeres y adolescentes en Argentina, Nicaragua y en otros países de la región, que sobreviven a la violencia sexual. Su valentía, sostenida por un amplio colectivo de mujeres, impulsó a muchas otras personas a exigir que la impunidad, la crueldad del silencio y la soledad dejen de ser parte de la vida diaria. El programa “Las Víctimas contra las Violencias” registró 5433 víctimas de abuso sexual en los últimos dos años. El 65% de ellas era menor de edad. Por cierto, a partir de la denuncia de Thelma, las consultas al programa aumentaron un 1240% en sólo 48 horas.
El programa “Las Víctimas contra las Violencias” registró 5433 víctimas de abuso sexual en los últimos dos años. El 65% de ellas era menor de edad. Por cierto, a partir de la denuncia de Thelma, las consultas al programa aumentaron un 1240% en sólo 48 horas.
El camino institucional actual que proponen nuestras sociedades frente a la violencia sexual es la intervención del sistema penal, con los innumerables fracasos que hemos señalado. Necesitamos seguir construyendo una justicia feminista, respetuosa de los derechos humanos. Necesitamos que los funcionarios y las funcionarias se especialicen en este trabajo con perspectiva de género y se sensibilicen al momento de atender casos de este tipo. Necesitamos mecanismos que permitan llegar a la verdad y que desarrollen formas de reparación efectivas para que, quienes hayan pasado por esta clase de acontecimientos, puedan sentirse reconocidas y acompañadas, en lugar de juzgadas y estigmatizadas.
El desinterés por investigar es una forma de revictimización que sostiene la impunidad, protege a los agresores y genera daños en las personas que denuncian. Thelma hoy es y seguirá siendo una mujer que alza la voz por Argentina y Latinoamérica. Es un ejemplo de búsqueda incesante de la justicia. Haremos todo lo posible para que esta realidad cambie. Tenemos la obligación histórica, política y social de seguir adelante para lograrlo.