22 Nov 2024 - Edición Nº2768
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EL TECLADO | Un día como hoy  Martes 28 de Enero del 2020 - 11:00 hs.                1551
  Un día como hoy   28.01.2020 - 11:00   
[ADOLFO ALSINA]
El municipio distinguió a Pablo Novak, “el último habitante de Epecuén”
El 25 de enero Pablo Novak cumplió 90 años y el Intendente de Adolfo Alsina, Javier Andres, lo declaró Embajador Cultural y Turístico de Adolfo Alsina. 
El municipio distinguió a Pablo Novak, “el último habitante de Epecuén”

El 25 de enero Pablo Novak cumplió 90 años y el Intendente de Adolfo Alsina, Javier Andres, lo declaró Embajador Cultural y Turístico de Adolfo Alsina. En la entrada a las ruinas y acompañado de sus hijas, Novak recibió de manos del Intendente el decreto que lo distingue por  “El reconocimiento mundial que con su figura ha colaborado en dar a Lago Epecuén Carhué”. 

La distinción de Novak resalta que “después de la trágica inundación de Epecuen don Pablo Novak ha concurrido sistemáticamente a visitar las ruinas y ha adquirido el reconocimiento mediático de “Último habitante de epecuén”. 
 


Novak ha logrado atraer a medios del país y del mundo. Se ha convertido en un icono de la Villa Turística y despierta el interés de turistas y medios de comunicación.



También, Andres le obsequió un mate pintado en el que se lo retrata con su bicicleta y su perro Chozno, “ para que pueda compartir con quienes lo visitan”.  

[UN HISTÓRICO]

Un ícono para el turismo de Epecuén – Carhué, Don Pablo Novak quien acaba de cumplir 90 años, supo colocar, casi sin proponérselo, a la Villa inundada en los años ’80 en boca de todo el mundo. 

Con su vieja bicicleta desandaba los históricos caminos, ahora salitrosos entre casas derruidas, boliches bailables que se quedaron con historias de amores y desamores de generaciones, y hoteles que albergaron desde desconocidos hasta artistas como Luis Sandrini o Mirtha Legrand. 


[Pablo Novak - Foto: Adolfo Alsina prensa]

La imagen de Don Pablo sentado sobre el umbral de lo que fue una puerta, rodeado de grandes escombros y a la sombra de un marco sin paredes leyendo un diario recorrió el mundo. Los surcos en su piel parecían los únicos que marcaban el paso del tiempo; su actitud como anfitrión invitaba a quedarse charlando a cada persona que recorría el lugar, siempre dispuesto a contar la historia de Epecuén y la propia, a guiar a quienes le consultaban.

 El solitario “Último habitante de Epecuén” finalmente no estuvo tan solo: su perro, fiel compañero; una vieja pava siempre lista para convidar unos mates; y la compañía de los viajeros que, inevitablemente, paraban para conocer al hombre que llevó el nombre de Epecuén y su historia al mundo. [El Teclado]


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