“Nadie duda que estemos en una crisis profunda de hondas raíces históricas desde el punto de vista, social, cultural y económico, sin visión de conjunto …” así justificaban los dirigentes rurales el aumento de retenciones que aplicó Mauricio Macri en septiembre de 2018.
En esa oportunidad el ex presidente dispuso una suba de retenciones en trigo y maíz del 11% y en soja del 18%. Sin gradualismo y sin previo aviso, comunicado a los afectados por televisión mediante un mensaje grabado.
En paralelo el mismo Macri autorizó sucesivos y permanentes aumentos del diésel que utilizan, en enormes cantidades, las maquinarias agrícolas y que incrementaron su precio en más del 350% en su período de gobierno.
En el mismo sentido la ex gobernadora María Eugenia Vidal, año a año, propuso aumentos en el impuesto inmobiliario rural que multiplicaban la tasa de inflación que su propio gobierno preveía. Los bonaerenses nos enterábamos del sogazo cuando llegaba el proyecto impositivo a la legislatura provincial, ni un minuto antes.
Ni protestas, ni “estado de alerta”, ni movilización, ni cese de comercialización, nada de eso proponía el sector frente al aumento desmedido de las retenciones, impuestos, servicios y costos por parte del gobierno de Macri. Solo silencio, complacencia, o, a lo sumo, alguna queja de circunstancia en voz baja.
Sin embargo, todo aquello junto, es lo que propone la dirigencia rural frente a la decisión de aumentar el 5% las retenciones a las exportaciones al agro por parte del nuevo gobierno de Alberto Fernández. Parece no importarles que este gobierno haya suspendido los incrementos en los combustibles y en las tarifas de servicios, que el dólar se mantenga estable, que haya vuelto el financiamiento bancario a las pymes y a la producción, y que los entes recaudadores de Nación y Provincia brinden planes de pago con quitas y cuotas a contribuyentes endeudados.
La actitud contrapuesta de la dirigencia sectorial frente a decisiones de índole similar tomada por uno y otro gobierno responden sencillamente a su declamada pertenencia ideológica partidaria.
No defendieron al sector antes, no lo defienden ahora. Muchos de los dirigentes rurales que hoy levantan su voz luego de cuatro años de silencio son los mismos que vivieron las jornadas electorales del 11/8 y del 27/10/2019 como fiscales del frente electoral Juntos por el Cambio, que perdió las elecciones.
Hoy son oposición política al gobierno del Frente de Todos, y están ejerciendo su papel.
La dirigencia gremial rural confundió su rol y perdió legitimidad, que no nos confundan a los demás.
En un país con 40% de pobreza, con una deuda pública equivalente a un PBI, con alto desempleo, con precarización laboral, con elevada inflación, con sistemas de salud y educativos arruinados, no hay segundas oportunidades. El gobierno del presidente Alberto Fernández está haciendo un enorme esfuerzo por revertir la decadencia heredada, merece al apoyo de todos los argentinos de bien.