La historia de Fátima Aparicio expone brutalmente el entramado de violencias que viven las mujeres en Argentina. Es que el relato de esta sobreviviente, que en mayo de 2019 fue atacada en Tucumán por Luis Rondón (su expareja y padre de sus tres hijos), saca a la luz el periplo que supone para una víctima toparse con un sistema judicial que la re-victimiza y, en muchos casos, pondera al agresor.
En una charla con El Teclado Radio, Fátima -cuyo caso adquirió relevancia a partir de un tuit de la legisladora porteña Ofelia Fernández y de un frustrado intento de su agresor de obtener el beneficio de la prisión domiciliara- contó cronológicamente el infierno que vivió: cansada de los malos tratos, la mujer abandonó hace años a Rondón y viajó a Tucumán, a encontrarse con parte de su familia para que la ayudaran y contuvieran.
“Lo que me dio fuerza para irme, fue que mi hija ya estaba empezando a crecer y a ver la violencia todos los días. Me fui porque no quería que vea como algo normal que una pareja llegue y rompa, golpee, insulte”, describió Fátima.
Con el apoyo de sus hermanas que, una vez instalada en Tucumán la ayudaron a costear el alquiler y a conseguir trabajo, Fátima emprendió una nueva vida lejos de Rondón. Hasta que en mayo de 2019, tras dos años lejos, ocurrió el brutal ataque: el agresor irrumpió en su departamento e intentó matarla mediante al menos 10 golpes con una maza y asfixia. Después de eso, ella estuvo en coma durante 15 días en coma. Presentaba múltiples fracturas, edema pulmonar y coágulos en el cerebro.
“Estoy viva de milagro. Podría haber sido una muerta más. Agradezco a mis vecinos, a los médicos y al portero del edificio. Muchos intervinieron para que yo hoy pueda estar viva”, contó. Es que, en plena agresión, Lola, la perra de Fátima, se puso a ladrar y alertó a los vecinos. Entonces, el agresor arrastró a Fátima inconsciente hasta la puerta, para trabarla y bloquear el ingreso de cualquiera que quisiera entrar.
Sin embargo, la perra seguía aullando y los vecinos preguntaban qué pasaba, hasta que el portero se dió cuenta que sal sangre por debajo de la puerta y decidieron romperla y entrar.
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Después de intentar matarla, el agresor quedó detenido con prisión preventiva acusado de femicidio en grado de tentativa. Cuando le tomaron declaración, fijó domicilio en el departamento de Fátima. “Cuando lo detienen pone como domicilio legal mi casa. Entonces ahora cuando pide la domiciliaria, la pide en mi casa”, contó la mujer en su charla con El Teclado.
Aunque días atrás la Justicia finalmente rechazó el pedido de cese de prisión presentado por la defensa, Fátima recordó que, cuando aún convivía con el violento, tuvo varios percances y palos en la rueda para radicar sus denuncias. “Yo lo denuncié, pedí la perimetral. Acá hay muchísima burocracia para tomarte una denuncia, a mí que soy la víctima me mandan a hacer una pericia psicológica y psiquiátrica mientras él iba y venía como quería”, rememoró.
“En Tucumán estamos bastante atrasados con el tema de violencia de género. Incluso los políticos viven en una burbuja. Hoy quien representa al pueblo no puede negar que existe la violencia de género. Necesitamos que los jueces y la base de la justicia esté asesorada en estos temas”, se explayó.
Otorgaron la prórroga de la prision preventiva que Fátima necesitaba! Defendamos siempre a las compañeras, aunque a los desagradables les moleste. https://t.co/KcMeVNMTer
— Ofelia Fernández (@OfeFernandez_) June 9, 2020
Y contó cómo seguirá el proceso judicial de ahora en más: “Le negaron la prisión domiciliaria. Ahora estamos por entrar al periodo probatorio. Tenemos muchísimas pruebas, una vez terminada esta instancia empezamos el juicio”. Lo cierto es que tras lograr la prórroga de la prisión preventiva de su femicida, Fátima consideró: "Por ahora ganamos seis meses de tranquilidad".
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