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EL TECLADO | Derechos Humanos  Domingo 28 de Febrero del 2021 - 18:00 hs.                3783
  Derechos Humanos   28.02.2021 - 18:00   
Lesa humanidad
Juicio Brigadas: Tres sobrevivientes relataron la tortura
En la décimo segunda audiencia del debate oral con modalidad virtual del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, prestaron declaración testimonial Jorge Nadal, Luis Alberto Messa y Lucía Deón. 
Juicio Brigadas: Tres sobrevivientes relataron la tortura

En la décimo segunda audiencia del debate oral con modalidad virtual del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, prestaron declaración testimonial lxs ex detenidxs-desaparecidxs Jorge Nadal, Luis Alberto Messa y Lucía Deón

[TESTIMONIO DE JORGE NADAL]

La audiencia comenzó con el testimonio de Jorge Adalberto Nadal, que declaró por videoconferencia desde la provincia de San Luis. Su testimonio fue ofrecido por la Querella de Justicia Ya. Nadal, a pesar de su detención en el Pozo de Banfield, nunca fue incluido como víctima y caso del juicio. 

Jorge Nadal es oriundo de San Luis, y tiene 71 años. Comenzó su testimonio con una reseña del momento político e histórico en el que fue detenido, ya que le resulta inseparable de su propia historia. Fue detenido el 16 de mayo de 1975, y su detención fue oficializada recién el 30 de mayo de 1975. Para el testigo, los hechos ocurridos durante esos 15 días ponen de manifiesto el carácter represivo y el terrorismo de Estado, presentes en el Gobierno de María Estela Martínez de Perón.

Su gobierno “no dudó en lanzar una represión indiscriminada como así también el aniquilamiento de quienes integrábamos una oposición férrea a sus designios y a su actitud represiva”. La actitud fue compartida por miembros de las fuerzas de seguridad, por la iglesia, por las fuerzas represivas, y una gran cantidad de civiles. Expuso a su vez su convicción acerca de que la ex presidenta debería comparecer en este juicio, así como distintos miembros de la iglesia.
 


Eran tantos los secuestrados simultáneamente -32- y llevados a la Brigada, que cuando lo bajaron del auto no llegaron a tabicarlo, por lo cual pudo observar el lugar donde estaba



Relató que su secuestro, a pesar de ser en democracia fue totalmente ilegal y violento, llevado a cabo por una patota de civil que entró  a su domicilio gritando, insultando y sin orden de allanamiento alguna. Le pusieron una ametralladora halcón en el vientre a su compañera, que estaba embarazada de 9 meses. Mataron a un conejo,  mascota familiar, delante de su hijo Carlos Alberto, de 1 año y medio. A él lo apuntan con otra ametralladora. Fue trasladado en el piso trasero de un Falcon, desde su domicilio en Isidro Casanova, hacia la Brigada de Banfield. 

Eran tantos los secuestrados simultáneamente -32- y llevados a la Brigada, que cuando lo bajaron del auto no llegaron a tabicarlo, por lo cual pudo observar el lugar donde estaba. Describió con detalle las violentas torturas a las que fue sometido, tanto él como sus compañerxs. 

Nadal se definió  como un opositor férreo a los golpes de Estado y a las dictaduras, y como militante permanente del PRT-ERP: “No voy a nunca negar mi pertenencia, gracias a la cual pudimos sobrevivir a los embates de la detención y de la tortura, sino también a la cárcel y las cosas que se dieron a posteriori”. 

Nadal fustigó el papel de la Iglesia católica y en particular del obispo diocesano de San Luis, Juan Rodolfo Laise (fallecido en 2019). “Mi madre fue a la catedral de San Luis a hablar con él y su respuesta para ella y para otros familiares fue ‘señora retírese. Nosotros a las madres de los comunistas y subversivos no los recibimos”, sostuvo y agregó que el prelado “murió en su exilio dorado, con el silencio cómplice de la Iglesia”.

Contó que Juan Miguel Wolk, el comisario de Banfield, fue quien solicitó al juez federal Carlos Molteni de La Plata que no oficializara la detención, porque “los iban a fusilar a todos”. El juez no accedió a ese pedido. “Se negó a silenciar los secuestros”, dijo Nadal.
 


Carlos Molteni fue secuestrado el 25 de marzo de 1976, se dispuso por Decreto del 9 de abril de 1976 su cese como juez federal y permaneció arrestado a disposición del PEN hasta que se le permitió salir del país. Recién pudo regresar el 8 de septiembre de 1983. 



Carlos Molteni fue secuestrado el 25 de marzo de 1976, se dispuso por Decreto del 9 de abril de 1976 su cese como juez federal y permaneció arrestado a disposición del PEN hasta que se le permitió salir del país. Recién pudo regresar el 8 de septiembre de 1983. 

Valiéndose de un recorte del Diario La Opinión, del 30 de mayo de 1975,  que publicó la lista completa de los detenidos, Nadal contó que junto a él fueron detenidxs Graciela Santucho de 18 años (sobrina de Mario Roberto, secretario general del PRT y del ERP), Perla Wasserman, Osvaldo Llarrul, Raúl Daniel Arburúa, Norma Castillo de Arburúa (embarazada), Rita Liliana Aguelt, Oscar Cardozo, Rafael Runco, Eduardo Horacio Piva y su esposa  Graciela Susana Di Lauro, Isabel y María Eleonor Ibarra, Nilda Mabel Vega, Graciela Susana Tigani, Herminio Martinez Borgolla, Silvia Martínez Sánchez Flores, Jesús Cuña Álvarez (sacerdote español) Carlos Alberto Geraci, Oscar Ricardo Geraci, Margarita  García de Souza, Andrés Pedro Caporale, Roque Joaquín Srur, Germán Gargano, Lucas Ariel Rivadaneira, Osvaldo Alberto Martiñan, María José Sanchez, Silvia Adriana Lemi.

Describió las deplorables condiciones en la que se encontraban al interior de la Brigada. Recordó un policía, de nombre “Gorosito”, el único que recuerda por su nombre. Contó que también había presos por delitos comunes y por contravenciones. Uno de estos detenidos por las las contravenciones existentes en el momento, que condenaban la homosexualidad, poco antes de quedar en libertad se ofreció a ayudarlo. Nadal, que se encontraba en la Brigada con un nombre ficticio, le entregó una carta para su hermano que vivía en Santa Fe. Poco tiempo después, su hermano pudo reclamara por el en la Brigada y presentó un recurso de hábeas corpus. Eso le permitió el “blanqueo”, a partir del 30 de mayo. 

El 29 de mayo de 1975, nació en Chaco su hijo Pedro Luis Nadal García. Su compañera, Hilda Magdalena García, decide volver a Buenos Aires, porque quería estar cerca de donde él se encontraba. En el año agosto de 1976, detuvieron a Hilda en la localidad de Guernica. Mataron a un compañero, y se llevaron detenidxs a lxs otrxs. Hilda corrió con su hijo Pedro Luis y Carlos Alberto (el hijo mayor), quedó en la escena. Liliana Haydeé Scoccimarro, llegó a la casa y se llevó a Carlos Alberto, para ponerlo a resguardo. Lo llevó a Chaco, a la casa de la abuela materna. Liliana fue secuestrada al año siguiente.
 


Pedro Luis recuperó su identidad en 2004. Había crecido creyendo que era hijo biológico de su apropiador Luis Alberto Ferián, de la Brigada de Investigaciones de Quilmes, y de Yolanda de Francesco, su apropiadora. Bergés firmó la partida de nacimiento. 



Pedro Luis recuperó su identidad en 2004. Había crecido creyendo que era hijo biológico de su apropiador Luis Alberto Ferián, de la Brigada de Investigaciones de Quilmes, y de Yolanda de Francesco, su apropiadora. Bergés firmó la partida de nacimiento. 

Retomando el relato de su detención, Nadal relató su traslado a Sierra Chica, donde pasó cuatro años marcados por los malos tratos y las golpizas, las que fueron constatadas por la Cruz Roja internacional durante su visita de 1978. 

Y aunque señaló que se reservaba de realizar un detalle pormenorizado de lo que allí debió vivir, a la espera de poder declarar en un futuro próximo en un eventual juicio a los responsables de esa cárcel, relató con detalle un episodio en que, al ser descubierto pasando un papel a uno de sus compañeros, fue llevado al pabellón de castigo y golpeado por más de veinte personas. Entre ellas individualizó a Pérez, Rosales, Quinteros, Gregorini y Laborde. 

Luego fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata, donde estuvo alojado en el Pabellón 16 hasta que pudo optar por la salida del país en 1979. Y recordó que antes de concretarse la misma fue conducido a la alcaldía de Capital Federal, donde también fue objeto de malos tratos, tanto él como su familia.

Ante preguntas aclaratorias formuladas por parte de la querella de Justicia Ya, Nadal indicó que, además de Wolk y los ya nombrados, pudo reconocer al médico Bergés, señalándolo como el responsable de la entrega de su hijo al apropiador Ferian. Lo recordó como una persona versátil, que tanto servía para la patota cómo actuaba como médico. 


Nadal calificó a Bergés como un genocida y señaló que le resultaba inconcebible que estuviera en prisión domiciliaria como si no hubiera hecho nada “…30 años para encontrar a mi hijo por su silencio. Algunas cosas se me han traspapelado…” las historias son muy fuertes pero hay que tratar de estar con la mente fría y el corazón hirviendo”. 

Luego se refirió a los presos comunes con los que mantuvo contacto, a las condiciones de detención en Banfield, las personas con las que fue trasladado a Sierra Chica y los compañeros de detención con los que mantiene contacto en la actualidad. Respecto a esto último, señaló que mantiene contacto con Norma Dolores Castillo de Arburúa, de la que recordó que su pareja falleció sin poder declarar. 

Las preguntas

Ante preguntas formuladas por la abogada Colleen Torre, representante de la querella Abuelas de Plaza de Mayo, indicó que Norma Dolores Castillo estaba embarazada al momento de su secuestro, que su hijo nació y se llama Nelson Argurúa con quien mantiene contacto. 
 


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Luego describió físicamente a Gorosito, señalando que estaba siempre vestido de civil, que “era el único que estaba siempre impecable”, de aproximadamente 30 años de edad. 

El último en realizarle preguntas al testigo fue el defensor público oficial, Gastón Barreiro, quien le realizó una pregunta aclaratoria vinculada a quién era el Jefe de la Brigada  de Banfield y si podía identificarlo. Nadal señaló que es rol lo desempeñaba Wolk y que aunque lo había escuchado en el lugar solo lo había visto una vez y que por tanto no podía describirlo con seguridad. 

La búsqueda de su hijo

Luego de las preguntas, Jorge Nadal relató la búsqueda de su hijo Pedro Luis y las secuelas de la represión sobre su familia, como los problemas de salud de su hijo Carlos Alberto, señalando que “…el plan sistemático no se agotó en nosotros los protagonistas”. Indicó que las víctimas son mucho más de 30.000 y pidió que cuando se dicten las sentencias, que sea en tiempo y forma. Muchos represores murieron sin ser juzgados, y otros disfrutan de una prisión domiciliaria que, con la experiencia que él relató, puede afirmar que no es castigo alguno. “Se han burlado del Estado” sentenció.

Jorge Nadal concluyó su testimonio enunciando “La palabra subversivo es una cuestión semántica, nosotros no subvertimos nada, nos defendimos. Quienes subvirtieron el orden público fueron ellos desde el terrorismo de Estado”

[EL TESTIMONIO DE LUIS MESA]

Luego de un cuarto intermedio, comenzó la declaración de Luis Alberto Messa, caso del juicio. Realizó un breve relato de su itinerario político. Nació en 1948, en Capital Federal. Trabajó en la Dirección General de Fabricaciones Militares. Era peronista. En 1970, formaron la Junta interna de delegados. Formó parte de la JTP y del Partido Justicialista de Escobar. En 1972, militaba en el ámbito territorial con la JP. Para 1975 se incorporó a Montoneros. En enero de 1976 allanaron la casa de sus padres, donde les robaron objetos de valor. A partir de ese momento pasó a la clandestinidad. 


El 31 de diciembre de 1976 lo secuestraron en la vía pública en Escobar. Permaneció en la comisaría de Escobar algunas horas. Luego lo trasladaron a la zona de Zárate-Campana, conocida como Zona 400 dentro del esquema represivo diseñado por la dictadura. Pasó por el buque Murature, el Tiro Federal de Campana y posiblemente el Arsenal de la Armada de Zárate. Durante todo ese período permaneció atado de pies y manos con alambres. 

Luego de transitar ese circuito, lo llevaron en un camión al Pozo de Banfield junto a otras personas detenidas. Recordó que pudo saber dónde estaba porque escuchó un auto que pasaba con un parlante, haciendo propaganda de un baile en Banfield y porque los presos comunes le confirmaron que era la Brigada. Allí permaneció cinco días. En un momento lo llevaron a un baño, le sacaron la venda y pudo ver a Eva Orifici y Alberto Marciano, a quienes conocía de la militancia en Escobar. 

Durante la noche lo sacaban de la celda para interrogarlo, insultándolo permanentemente y golpeándolo. Señaló que en todas las oportunidades que ello sucedió pudo percibir, más allá del sonido propio de los tormentos, el ruido de una máquina de escribir. Supone, además, que los que lo interrogaron eran de distintas fuerzas, porque las preguntas eran siempre las mismas. 
 


Luis Alberto Messa contó cómo eran las condiciones de detención en Banfield. Indicó que “…la atención médica era para sostenernos como una materia prima para la tortura”.



Lo llevaron atado en un camión al Hospital Militar de Campo de Mayo, donde le curaron las heridas de las muñecas. Permaneció allí durante 6 o 7 días. En ese lugar también fue objeto de interrogatorios bajo torturas, siempre atado y con un perfil más del tipo político e ideológico. 

Luego del hospital, lo pasaron al penal de Sierra Chica´, a disposición del PEN. Recordó que al llegar no lo quisieron recibir porque estaba muy lastimado. Más adelante lo trasladaron a la Unidad 9 de La Plata, en abril de 1979. En junio lo llevaron a Rawson, donde estuvo hasta el último día de diciembre de 1980. Ese día, lo volvieron a trasladar a la Unidad 9 de La Plata. En junio de 1982, obtuvo la libertad vigilada, que duró hasta diciembre de 1982.  

Las preguntas

Luego la fiscalía le realizó algunas preguntas para precisar algunos puntos de su declaración. En función de ello reiteró que en Banfield sólo vio a Eva Orifici y su esposo Alberto Marciano. Que sabe que también estaban Blanca Buda y Daniel Lagarone, pero no los vio. Y que Lagarone le mencionó que también estaban allí Valerio Salvador Ubiedo y Catalina Marta Velazco de Morini. Indicó que en los interrogatorios le preguntaban recurrentemente por Marta Velazco, quien era su médica personal y que al igual que su esposo Hugo Morini, permanece desaparecida.

El testigo contó cómo eran las condiciones de detención en Banfield. Indicó que “…la atención médica era para sostenernos como una materia prima para la tortura”. Messa describió que se encontraba solo en el calabozo, pero escuchaba todos los gritos de las demás personas detenidas. En ese marco recordó un trabajo de historia oral titulado “Los vecinos del horror”  y señaló que imagina que si él escuchaba los gritos, la gente que vivía en los alrededores también debía escucharlos. Relató que los presos y presas comunes también eran torturados y estimó que todo ello sería una situación normalizada por los vecinos. 

La fiscalía le preguntó por las consecuencias de los hechos vividos en la dictadura. Frente a la pregunta: “¿Cómo rehizo su vida?”. Messa respondió: “Yo no rehice mi vida, mi vida es una continuidad vinculada a la política. Nos fuimos curando en vida y nos fuimos curando a través de la política”. 

Luego narró que cuando terminó la dictadura intentó reincorporarse al trabajo en la Dirección General Fabricaciones Militares, pero que en una entrevista con los gerentes militares de la empresa, estos le contestaron que para ellos él era: “un cuadro del enemigo” y por esa razón no lo podían reintegrar ni dejar sentado por escrito el verdadero motivo del rechazo, indicándole que justificarían su decisión en normas de contención del gasto público. Messa reflexionó entonces que “Pudimos recuperar la libertad pero la inserción, la vuelta al trabajo, era difícil. Esto también se daba en el ámbito político. Yo no dejaba de ser un trosco, un montonero asesino. El discurso que había instalado la dictadura seguía vigente, pero la reinserción en el trabajo y en la vida pública fue muy difícil”.

Sobre la Dirección General de Fabricaciones Militares, la fiscalía le preguntó cómo quedó registrada su salida en su legajo. Messa respondió que presentó su renuncia en diciembre de 1975. Y relató el secuestro de uno de sus compañeros sólo por leer el mismo diario que él. A otros compañeros los secuestraron, los despidieron, y a muchos les aplicaron la Ley de Prescindibilidad.

Luego del testimonio, las partes realizaron algunos pedidos. Colleen Torre (Abuelas) solicitó que se libre oficio al Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires a fin de que informen sobre personas con nombre Gorosito que hayan prestado servicios en la Brigada de Banfield. Solicitaron también que se envíe a la causa residual el testimonio de Jorge Nadal.

Guadalupe Godoy (LADH-UNIÓN) informó que José María Iglesias y Mario Villani, casos de este juicio, fallecieron recientemente y realizó pedidos a fin de poder incorporar los testimonios previos que ambos prestaron. 

[TESTIMONIO DE LUCÍA DEÓN]

Luego se escuchó el testimonio de Lucía Deón, caso del juicio por su paso por Banfield en 1974 y Quilmes en 1979. Lucía declaró, entre otras,  en las causas ESMA, ABO por su propia detención y en la causa Campo de Mayo por el asesinato de su esposo José Luis Dios, ocurrido en 1977.  En esta ocasión, las querellas limitaron sus preguntas a los tramos correspondientes a Banfield y Quilmes.  

Lucía, trabajadora de la Municipalidad de Lomas de Zamora, militante de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y delegada sindical, resumió en poco más de media hora lo vivido desde su primera detención en noviembre de 1974 hasta el año 1982, en el que salió de la ESMA con libertad vigilada hasta llegada la democracia. 

 

Relató  que fue  detenida el 14 de noviembre de 1974 en un bar de Lomas de Zamora, junto a sus compañeros Juan Alejandro Barry (caso en este juicio, liberado y posteriormente asesinado), Carlos Pashaskian y Jorge Saravia Acuña (desaparecido luego de su segunda detención en febrero de 1976).

Fueron llevados a la Comisaría 1ra de Lomas de Zamora, donde fueron sometidos a torturas que en el caso de ella dejaron graves consecuencias físicas. Durante los interrogatorios en la 1era de Lomas, las preguntas versaron sobre sus actividades para la municipalidad de Lomas de Zamora inspeccionando fábricas del cordón industrial de la zona sur, entre las que recordó Molinos y Bieckert, la industria química de Lomas de Zamora, eran varias de las grandes de la zona. Contó que no solo inspeccionaban las fábricas sino que daban a los operarios charlas y cursos sobre seguridad industrial. “Eso parece que molestaba bastante porque yo recibí en una oportunidad una visita de una fábrica, ya no recuerdo cual, fue una amenaza un poco suave”. Planteaban que no era conveniente, porque los operarios exigían demasiadas cosas y después si les daban las cosas no las usaban. 

De la comisaría 1era de Lomas, fueron llevados a la que posteriormente pudo identificar como la Brigada de Banfield, cree recordar que hubo varios días que no supieron donde estaban.  Allí estuvo en una celda particular al principio y luego en el pasillo, separada de sus tres compañeros, entre otras celdas con presos comunes. 

Luego de un tiempo pudieron contactar a sus respectivos abogados -en el caso de ella, un abogado gestionado por Monseñor Quarracino,  hacia fines de febrero de 1975 A partir del pase a disposición del PEN, pudieron ejercer la opción de salida del país. Lucía había militado siempre en grupos cristianos y su salida a Perú en marzo de ese año fue gestionada por la Iglesia. 

Lucía contó también que se formó una causa penal, “Barry y otros s/infracción a la Ley 20.840”. La causa tramitó ante el Juzgado Federal de Primera Instancia N°2 de La Plata, a cargo de Leopoldo Russo.  Cuando fue llevada al tribunal y quiso declarar que la habían torturado, el juez le dijo “para qué declara torturas si la tortura es legal en nuestro país”. Esto le quedó grabado, aseveró “me pareció  terrible y me parece aun hoy que jueces le digan a un detenido, sea político, sea común, le digan a un ser humano que no declare torturas porque eso es legal en nuestro país”.

Relató brevemente su salida del país, mencionando que su compañero quedó aquí. Ella estuvo en Perú, hasta junio o julio de 1975, cuando se produjo el golpe de estado allí, los militantes argentinos que estaban allí tuvieron que salir del país preventivamente y fueron a México. Desde allí regresó clandestinamente a Argentina. Fue secuestrada en diciembre de 1978 y llevada al CCD El Olimpo, donde había unas cuarenta personas. 

Cuando en enero de 1979 cerraron el Olimpo por una  Comisión extranjera de DDHH que vino al país, contó que los separaron en dos filas, una con el grueso de las personas y otra más reducida. Ella quiso ir con los demás, pero el jefe del Pozo la separó y le dijo “acá no se discute”.

La llevaron a Quilmes junto con un grupo de 9 detenidos: Oscar González “el Tano”; Néstor Zurita que era mecánico; Ángel Laurenzano que era psicólogo; Guillermo -no recuerda el apellido- arquitecto; Jorge Vázquez, médico; Mario Villani, físico nuclear; un militante montonero que le decían Cristiani; Daniel -tampoco recuerda el apellido- fotógrafo- y “Cacho Peronio”. Aunque durante la audiencia no supo definir si era la Brigada o la Comisaría de Quilmes, señaló que el lugar tenía un piso superior lo que da a entender que era la primera opción. 

Las preguntas

Ante preguntas de la querella sobre con quiénes tenían contacto, respondió que no recuerda quién les daba la comida pero que periódicamente iban a visitarlos “el Tío “ “Colores”, “Paco” y “Piraña” a quienes conocían de El Olimpo. De Quilmes también contó que González, Zurita y Cristiani se fugaron, y que mucho después -en la ESMA- se enteró que González y Cristiani habían logrado viajar a España y Zurita se terminó entregando en la ESMA.

Nuevamente tabicados y sin explicaciones los sacaron de Quilmes en un celular y luego de muchas vueltas los tiraron en lo que hoy sabe reconocer como la Capucha de la ESMA. Sobre el cambio de las fuerzas represivas  a cargo  de su secuestro y detención, Deón contó que varios compañeros solían discutir y sacaron como conclusión que tuvo que ver con las disputas internas entre las Fuerzas Aérea, la Marina y el Ejército.


[El juicio continuará el martes 2 de marzo 9:30h]

En la ESMA la llevaron a entrevistarse de manera individual con el Tigre Acosta, quien le preguntó sobre su compañero -al que conocía por ser ambos cursillistas-  y le prometió que iba a sobrevivir. Lucía explicó al Tribunal y a las partes que a esta altura ella no esperaba mucho porque su marido ya estaba muerto y su hijo a salvo con familiares, por eso pidió que “los salven a los 8 o a ninguno”. Acosta dijo que era complicado, que ellos -la Marina-intervino porque porque los “iban a llevar a Campo de Mayo para matarlos”, según explicó Lucía señalando la frialdad de sus dichos. Los llevaron uno a uno a La Pecera, excepto a Daniel que fue a un lugar donde hacían documentación y a Néstor, que fue llevado como mecánico. En La Pecera tuvo que hacer  prensa. Recortaba notas periodísticas sobre el Ministerio de Desarrollo Social. 

Permaneció en ESMA hasta después de la Guerra de Malvinas. Explicó que para ese momento ya se había ido mucha gente, que solo quedaban Laurenzano y ella. En ese entonces la habían puesto en un teletipo y que recibía las comunicaciones de la guerra. Cuando le dijeron que la iban a liberar, ella manifestó que quería seguir estudiando y la llevaron a Perú para que regularice su situación. Cuando regresó al país, reingresó a la ESMA y desde allí la llevaron a La Plata, donde le dieron una certificación de la causa penal en la que consta su sobreseimiento provisorio, que Lucía conserva y leyó en la audiencia. 

Incluso luego de su liberación, Lucía Deón tuvo que volver a la ESMA periódicamente para hacer controles hasta las elecciones de 1983.

El juicio continuará el martes 2 de marzo 9:30h, con las declaraciones testimoniales de les sobrevivientes Gustavo Javier Fernandez, Lidia Ester Bizcarte y Orlando Edmundo Oviedo.

La audiencia completa:

[Fuente: https://juiciobanfieldquilmeslanus.wordpress.com/]


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